Alafaro 2.0
Enrique Alfaro está enojado. Tiene razones para ello.
La principal: esa aplanadora llamada Andrés Manuel López Obrador. El presidente electo menos 8 días tiene la fuerza para cambiar el país a su antojo; la fuerza y la simpatía de millones de mexicanos empujan a que el tabasqueño construya una nación en la idea de su cuarta transformación. Eso enoja y obstruye los planes de quienes pensaban en otro país o en otro estado.
Alfaro construyó su camino para ser gobernador en una visión distinta de país, la visión tradicional. Las ideas de superdelegados y control central que hoy pugna López Obrador no empatan con el Jalisco diseñado por Alfaro. A ello hay que agregar la pedantería que Carlos Lomelí ha desplazado en la vida pública tapatía donde, en distintos foros, exalta su relación con AMLO para intentar, con ello, ejercer un segundo poder en el Estado.
Alfaro tendría que tener un muro de contención creado desde los distintos frentes de Movimiento Ciudadano a nivel local y federal. Extrañamente, esa simbiosis se ve lejana y hasta ausente.
Pese a la presentación de ayer en la Rotonda de los Jalisciense Ilustres, la articulación del movimiento naranja está extraviada. Cada uno de sus personajes desarrolla un discurso ajeno y lejano, entre frívolo o vacuo. En tiempos donde MC tendría la gran oportunidad de convertirse en una opción distinta a los partidos tradicionales y articular un discurso atractivo para un sector poblacional harto de los desvaríos panistas, el extravío priísta y el disparate de la izquierda -morena es otra historia-, los naranjas luchan por parcelas de poder que, en ese paso, perderán.
Y ahí, a días de cambios de poder en el país y Jalisco, está Alfaro: entre el camino de defender a Jalisco para catapultar, de ahí, el futuro político personal y del estado y, a la vez, cohesionar a un partido cuyas figuras se han convertido en memes y gifs en un plazo demasiado rápido incluso en los modernos tiempos políticos.
Alfaro está solo en la lucha contra una aplanadora. Muy parecido a la aplanadora contra la que otro gobernador -o su simil, para ser exacto- tuvo que confrontarse (en su estilo y tiempo.
De ese pleito salió el presidente que, en una semana, tomará el poder.
Camino que, parece, se repite pero en escenarios y poderes muy diferentes.
Tiempos interesantes se esperan.
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