Tan difícil como ponchar a Willians Astudillo…
Carrao Bracho |
El Emergente
Por Ignacio Serrano
Willians Astudillo comenzó una nueva seguidilla. El martes vio cortada la cadena de 125 apariciones legales sin recibir ponches. Nadie había logrado algo así en nuestra pelota. Tiene una proyección de dos en 250 viajes. El récord en la LVBP para una temporada con al menos 200 oportunidades al bate ya le pertenece. En la 2017-2018 fue fusilado únicamente en cuatro ocasiones. Al paso actual, superará su propia marca.
¿Es esa la marca más difícil de emular? Sería una discusión interminable. Pero un lector plantea considerar también la habilidad para mantener la pelota dentro del campo, a partir de lo demostrado hasta ahora por el cubano Reinier Roibal, abridor de las Águilas.
Roibal regresó esta semana de una lesión. Ha trabajado poco en esta campaña, pero en sus dos torneos de experiencia ya pasa de 60 innings y únicamente ha recibido dos jonrones.
¿Qué tan bueno es eso? Mucho, sin duda. Lamentablemente, la data públicamente disponible no incluye los cuadrangulares recibidos por cada lazador antes del campeonato 2005-2006. Pero gracias a la estupenda página PuraPelota.com.ve podemos hacer un ejercicio a partir de esa fecha.
Hay un caso extraordinario, el del relevista zurdo José Jiménez. Formó parte del bullpen de Cardenales durante seis justas, 2010 y 2016, y en total fue llamado al morrito en 132 oportunidades. En 131 de esos duelos no recibió vuelacercas. Y aunque trabajó mayormente como un situacional, se enfrentó al riesgo de medirse frecuentemente con emergentes derechos o con otros zurdos de poder. Apenas en la zafra 2013-2014 recibió el castigo de una pelota a las gradas.
El nicaragüense Erasmo Ramírez es otro caso destacable. También defendió a los pájaros rojos, aunque únicamente en 21 cotejos. El detalle está en que ningún otro tirador ha superado los 77 episodios con uno o cero bambinazos, lo que le da a Ramírez un registro diferenciador: haber superado el centenar de actos y apenas haber concedido un bombazo a las gradas.
El nica acumuló 103.1 entradas en cuatro temporadas. Todas sus incursiones fueron como abridor. Además, casi no daba bases por bolas: acumuló 17 en total. Se entiende porqué le cuidaban tanto y luego emprendió luego una carrera en las Grandes Ligas, con Seattle.
Suele mencionarse la cadena de 56 juegos dando hits por parte de Joe DiMaggio como la marca más difícil de alcanzar en la MLB. Su equivalente en la LVBP serían los 44 duelos seguidos con imparables que hilvanó el gran César Tovar. Aunque este columnista siempre apela a un hito más lejano y posiblemente imbatible.
Cy Young logró 749 juegos completos en la gran carpa. Eso equivale a 22 justas con 34 encuentros completos cada una. En los estándares de hoy, implicaría completar todos los partidos en la carrera de un serpentinero, todos, absolutamente todos, tomando en consideración que un iniciador hoy hace entre 30 y 33 incursiones por zafra.
El Carrao Bracho puso la cifra tope en Venezuela. Trabajó del primer al último bateador en 91 oportunidades. En cambio, todos los serpentineros de nuestra pelota, a partir de 2000, se han combinado para completar 83 lances. ¡Entre todos!
Ha cambiado tanto el beisbol, que ver a un abridor trabajar completo es tan raro como un ponche de Astudillo.
Columna publicada en El Nacional, en su edición del viernes 23 de noviembre de 2018.