Navajas afiladas en la izquierda
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En la casa del puño y la rosa Pedro Sánchez ha ordenado la ejecución política de Susana Díaz. No hay piedad para los vencidos, especialmente cuando la vencida ha osado desafiar al líder. Ciertas ofensas proferidas en debates presuntamente «amistosos» no se perdonan, por muchas sonrisas y abrazos que intercambien los púgiles ante las cámaras. Hay agravios que se infectan y envenenan al agraviado hasta convertirlo en un pozo de rencor. ¿Sobre qué otro pilar apoyó el actual presidente del Gobierno su regreso? La ambición y la revancha; esos fueron los motores de su increíble recuperación. Y tan potentes fueron esas motivaciones que aún hoy prevalecen sobre cualquier otra, incluida, por supuesto, la lealtad a España y a la Constitución. De ahí su disposición a pactar con separatistas, extremistas de la siniestra, antiguos cómplices de ETA y cualquier otro indeseable, con tal de llegar al despacho que permite saldar cuentas.
Sucede, no obstante, que las cuentas y cuentos de Sánchez no coinciden con los intereses de muchos de sus compañeros. No solo con los de la lideresa derrotada, sino, por ejemplo, con los del presidente extremeño, quien la pasada semana votaba en su parlamento a favor de aplicar en Cataluña el 155, en lugar de seguir cebando el proceso independentista con fondos públicos sustraídos a otras comunidades, como la suya. ¿Convicción o conveniencia? Probablemente una mezcla de las dos. Un intento desesperado de marcar distancias con los aliados del inquilino de La Moncloa, consciente de que, para él, esos aliados suponen la muerte en las elecciones de mayo.
Y hablando de muerte, viene inevitablemente a la mente la jugada que Errejón ha orquestado contra su propio partido. Un golpe certero, letal, propinado a traición en el corazón mismo de la organización de los círculos: Madrid, epicentro del poder. Es sabido que en política los enemigos a medio matar reviven para sacar los ojos de quienes fueron sus verdugos, que es exactamente lo que acaba de hacer Íñigo a Pablo, con el concurso indispensable de la otrora despreciada Tania Sánchez. Podemos se desintegra, se fragmenta en taifas regidas por caudillos locales que auguran a la formación un sonoro fracaso en las urnas, mientras el PSOE destruye sus señas de identidad. Aún no les falta la harina y todo se les ha vuelto mohína.