Un viaje en moto desde La Laguna hasta el fin del mundo
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A un paso de abordar un velero que lo llevará a Colombia y que le permitirá avanzar sin internarse en la selva del Amazonas, es decir, el bosque tropical más grande del mundo, Eduardo Hernández avanza sobre la ruta que se trazó para transitar en motocicleta, partiendo del norte del país desde Torreón, Coahuila cruzando por toda la América Central para llegar como punto final hasta la Patagonia en Argentina.
En entrevista telefónica para Milenio Laguna, refirió que lleva más de 17 días de viaje. Y aunque detuvo la marcha durante tres días debido a que enfermó, retomó el camino repuesto hasta llegar a Costa Rica.
"Ahorita estoy casi en la frontera con Panamá, en un rato más me voy a Chiriquí en Panamá, y el domingo voy a ver el eclipse ahora sí que con los aficionados panameños de la astronomía", dijo quien dedicó casi cinco años a la fundación y administración del Planetarium Torreón, al cual renunció para emprender esta aventura, no sin antes pensar en una empresa vinculante a este proyecto.
¿Cuántos días tienes programados de viaje?
Tres meses. Ese es mi tiempo límite para ir y regresar, ahorita estoy evaluando la posibilidad de regreso, a lo mejor dejar la moto en algún puerto para mandarla por contenedor porque el tiempo y el dinero no creo que me den, voy un poco tarde, la verdad es que luego te entretienes en los países.
Por ejemplo a Costa Rica pensaba pasarlo en dos días y me quedé cuatro, en Guatemala igual, Guatemala es precioso, entonces me quedé tres días y solo iba a pasar dos. Seguramente voy a seguir teniendo estos retrasos pero como dicen, ya encarrerado el ratón mejor me quedo a conocer bien las cosas.
¿Qué tal ha sido la experiencia con la gente?
Fíjate que estoy muy acostumbrado a viajar solo por cuestiones de trabajo pero es un poco diferente porque viajas solo y llegas a un lugar donde ya te conocen, saben quién eres, te atienden, te tratan bien, o lo que tú quieras y aunque suene pretencioso así es porque vas a trabajar pero cuando viajas solo con maletas, la gente se te acerca y te pregunta por qué estás haciendo ese tipo de locuras y regularmente la gente es muy amable.
Te pones a platicar y algo que me encantó hace unos días, había pasado la frontera de Honduras, ya ves todo lo que se habla del país y la gente fue sumamente amable.
Pasé la frontera, y al comer a un puestito a mitad de la carretera, que de repente te dices ‘Ya párate aquí porque estás cansado’, me estacioné y se acercó la señora, me dijo lo que había y comencé a comer. Me dijo que si se podía sentar, era una señora de la edad de mi mamá seguramente.
Hablamos de política y de migración, pero también del valor del dinero y del tiempo, e incluso la familia.
Son de las cosas que te hacen sentir feliz porque al fin de cuentas comienzas a entender el país pero no por lo que ves en los medios, no por lo que puedes leer sobre cultura sino por un mensaje directo, lo que te platica la gente.
Este es un tipo de turismo que realmente no conocemos.
De igual forma, Eduardo precisó que al llegar a Nicaragua rentó un cuarto de hotel. El recepcionista no pasaba los 18 años y acostumbrado a tratar con jóvenes, habló alrededor de una hora con él afuera de la recepción sobre las motocicletas y lo que desea hacer con su vida.
De igual forma en Guatemala pudo dormir en una reserva ecológica. Allí le colocaron candado a la puerta y le dijeron ‘Nos vemos mañana’, lo que le permitió estar solo en mitad de una montaña sin compañía, sin celular o internet.
Ha sido una experiencia muy distinta, interesante. El retarme a mí mismo, el superar mis habilidades de conducir, porque debo decirlo, pasaron casi cuatro meses sin que agarrara la moto ante de pensar en Sudamérica, mi carga laboral había sido tan pesada que no había tenido tiempo de agarrar una hora la moto. Este ha sido el reto más complicado, el estar contigo mismo.
¿Te estás quedando en hostales y en lugares donde te dejan quedar?
No necesariamente, estoy viajando con todo para acampar. Acampo uno o dos días y luego voy a hotel que debo decir que en Centroamérica son muy económicos, y regularmente llego a hoteles donde puedo dejar mi moto estacionada en la puerta de la habitación porque como Húngaro, ando cargando 25 mil cosas y eso se vuelve complicado.
Eduardo Hernández apunta que en realidad gasta poco pues la gasolina en otros países es más barata y llenar el tanque de su Suzuki 650 se traduce en 450 kilómetros.
En este camino ha perdido 5 kilos sin que ello implique que se prive de probar la gastronomía, se trata de la movilidad y el cansancio que genera, pero al mismo tiempo que asegura, le permite sentirse más fortalecido.
El estado de ánimo ha mejorado.
Sí. La verdad es que después de dedicarle cinco años al Planetario y con el último año que tuvimos proyectos muy demandantes, con tiempo récord para entrega, estas vacaciones, que no había tenido en mucho tiempo, me están cayendo de lujo porque revaloras.
Es difícil reencontrarte con Lalo Hernández porque antes era Lalo Planetario, mi vida era eso, ser el director de una institución y de repente es un shock interesante en ver ese proceso de despersonalización. Ha sido difícil pero como que empiezo a agarrar un nuevo ritmo.
Será este lunes o martes cuando se embarque para Colombia, tomando un velero para evitar el paso por el Amazonas, que es imposible de cruzar a menos de que se quiera exponer la vida, cosa que enfatiza, eso no lo hará.
Esta experiencia se prolongará por una semana en el mar, tomando la moto para movilizarse lo más pronto posible para evitar que lo tome por sorpresa el otoño patagónico.
Luego de esta experiencia, Eduardo regresará a Torreón con el propósito de abrir otra empresa que buscará recursos para continuar manteniendo al Planetarium, contando con un poco más de operación.
Aunque yo no esté de director mi trabajo será el mismo, regresaré como un gestor social más fuerte exigiendo a las autoridades que participen porque nos estamos sobando el lomo por mantener una institución que por muchos años se dejó de lado por diversas dependencias.
Sin pensar en el municipio porque si alguien nos está apoyando y nos apoyó el año pasado abiertamente y sin ningún problema fue el Ayuntamiento de Torreón que tomó la batuta de aportar casi el 18 por ciento de lo que cuesta el Planetario al año, lo que vemos con mucha gratitud porque es un apoyo padrísimo que permite que más niños accedan a la ciencia.
Pero sí pugnamos porque gobierno del estado y empresas entren para que no le cueste la vida a nadie pero sí pueda construirle la vida a muchos.