¿Tiene gripe? Culpe al cambio climático
Como cada año, la epidemia de gripe se instaló entre nosotros, más o menos, a principios del mes de enero. Los expertos explican que este parámetro se repite cada año porque coincide con la vuelta al cole y al trabajo tras las vacaciones de Navidad. Sin embargo, ya nos hemos acostumbrado a escuchar que el número de afectados se supera años tras año. ¿Por qué ocurre esto? Científicos de la Universidad de Tokio parecen haber dado con la clave. Y no es otra que el mismo cambio climático que, pese a las advertencias de los expertos, Donald Trump se sigue empeñando en negar. En concreto, este grupo de investigación señala a las olas de calor como la causa más probable porque reducen la respuesta inmune del cuerpo a la gripe. El estudio, que se llevó a cabo en ratones, se publica hoy en las actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos de América.
En realidad, esta caída en las defensas no es solo una consecuencia directa del aumento de temperaturas, sino también un efecto colateral. Los estudios apuntan además a que el cambio climático reducirá los rendimientos de los cultivos y, en consecuencia, su valor nutricional.
Aunque el sistema inmunológico de los ratones alojados en salas calientes no funcionó de forma correcta, su cuerpo no tuvo una reacción anormal a las vacunas, y tampoco se vieron afectadas las bacterias que habitan en el intestino. Eso sí, los roedores que participaron en el ensayo perdieron el diez por ciento de su peso corporal en las 24 horas siguientes a su traslado a las habitaciones calientes debido a que apenas comieron. Sin embargo, no se infectaron con el virus de la gripe en su octavo día de exposición al calor.
“La gripe es una enfermedad de la temporada de invierno. Creo que esta es la razón por la que nadie más ha estudiado cómo las temperaturas altas afectan a la gripe”, explica Takeshi Ichinohe, profesor asociado de la Universidad de Tokio. “¿El sistema inmunológico no responde al virus porque el calor cambia la expresión de los genes? ¿O tal vez porque los ratones no tienen suficientes nutrientes? Necesitamos hacer más experimentos para comprender estos detalles?”, añade Miyu Moriyama, estudiante de doctorado.
A su vez, también han relacionado estos resultados con el riesgo de volver a enfermar días después de haber superado un proceso gripal, como es este caso. “Las personas a menudo pierden el apetito cuando se siente enfermas. Si alguien deja de comer el tiempo suficiente para desarrollar un déficit nutricional, eso puede debilitar el sistema inmunológico y aumentar la probabilidad de enfermar nuevamente”, concluye Ichinohe.