El rumbo de Guanajuato
“Una comunidad es como un barco;
todos deben estar preparados para tomar el timón”
Henrik Johan Ibsen
El fenómeno delictivo, lo mismo que cualquier otro hecho social, está estrechamente relacionado con las realidades que a su alrededor se tejen.
La delincuencia no se genera en lo abstracto o intangible: se materializa en un espacio y tiempo específico, con condiciones sociales, políticas y humanas que determinan la forma en que se reproduce y manifiesta… con sus respectivas peculiaridades.
El grado de peligrosidad que puede adquirir reside en gran medida, en su capacidad de construir estructuras racionalmente orientadas a planear y cometer el delito; también depende del encubrimiento con el que cuenten sus integrantes para evitar la persecución de las autoridades.
Tal cual ocurre en toda organización humana, en la delincuencia existen vínculos personales dentro y fuera de las organizaciones con personas que aunque no estén formal o explícitamente afiliadas, hay una fuerte o significativa relación.
Por ello, los grupos delincuenciales deben ser concebidos también como redes sociales o entramados de relaciones interpersonales; contar con esta visión contribuye a comprender el funcionamiento real de la delincuencia organizada.
Los contactos que tienen los criminales con otros individuos son herramientas para afrontar oportunidades de negocio y así ampliar el número de colaboradores, afiliados y clientes. Cobijo social, complicidad y corrupción son algunos de los nombres de este tipo de relaciones.
En este contexto, es claro que mientras más acceso tenga la organización criminal al poder económico, social e incluso político, tendrá una mayor capacidad de resistencia y resiliencia, sin mencionar las posibilidades de diversificar su portafolio de actividades (lícitas o ilícitas).
Por ello, el crimen busca condicionar el escenario a sus esquemas, con un reparto geográfico de áreas de dominio e influencia, con fronteras “invisibles” incluidas. No son pocas las organizaciones delictivas que basan su modelo de expansión en el control territorial.
En estos casos, el núcleo territorial es el punto de partida, donde surge y germina la organización delictiva. Se trata de un enclave vital para su supervivencia, ya que las características de este territorio son las que facilitan o promueven su fortalecimiento… y también su desmantelamiento.
Considerando que el objetivo es el aprovechamiento de una serie de oportunidades de lucro, el riesgo es la confrontación con otras organizaciones por el control de ese territorio y las actividades que ahí se registran. La violencia residual no afecta a los negocios, pero una inestabilidad territorial, surge la violencia.
Las características actuales de la delincuencia requieren del desarrollo de estrategias e instrumentos cada día más efectivos para su desarticulación, así como favorecer la cooperación y coordinación interinstitucional más allá de los colores partidistas.
Tal y como la adaptabilidad criminal lo demanda, el Estado debe de contar con respuestas cada día más inteligentes, preventivas y proactivas, a fin de atajar la movilización de la delincuencia.
Cambiar la forma de pensar en la seguridad, acotar los espacios territoriales y delictivos es un golpe de timón.
Guanajuato tiene buen rumbo…