En la cuarta noche de la semana en «First Dates» abrió la veda Manuel Jesús, un joven sevillano que se presentó como un mártir de la vida. «Siempre me ha costado mucho tomar decisiones, tengo un problema en ese sentido», contó al llegar. Apenas le había estrechado la mano a Sobera cuando ya estaba contándole sobre su «mal de amores. Siempre he tenido mucho porque las chicas buscan a un chico malo y yo soy muy bueno».
También sevillana era su pareja Paola, una estudiante que se está «sacando la ESO online, porque paso de estar ahí dos años». En su presentación dijo que para ella «la lealtad es lo más importante. Yo rollos de una noche he tenido dos porque no me gusta eso». Sobera los presentó y hubo unos primeros instantes de tensión y nerviosismo. «Lo he visto muy rojo y muy tímido», contó Paola.
Manuel quedó prendado al primer vistazo: «La he visto y he dicho "esta chica tiene que ser para mí"». Al sentarse a cenar la conversación empezó a destensarse y descubrieron que había cierta sintonía entre ellos. A ambos les entusiasmaba viajar aunque apenas lo habían hecho. Paola, en vistas a un hipotético futuro como pareja, le advirtió a Manuel Jesús que no quería tener hijos. «Es que te limita mucho», se justificó. Todo siguió yendo sobre ruedas y ambos quisieron seguir conociéndose en una segunda cita.
Poco más tarde entró al restaurante Antonella, una auxiliar de enfermería barcelonesa de 21 años que mostró sus cartas nada más llegar: «Yo nunca he tenido ninguna pareja». Pese a ello tenía muy claro lo que quería y le contó a Sobera su condición: «Yo admiro mucho a los médicos y a la gente que se dedica a la sanidad. Me pone mucho la bata y todo eso».
Para cenar con ella llegó Diego, un guardia de seguridad leonés de 25 con ganas de encontrar una pareja estable después de errar por amoríos fugaces. Ya a primera vista quedó muy claro que a Antonella no le había gustado nada su aspecto, pero las cosas no hicieron más que empeorar cuando se enteró de que no era médico.
La cita ya no pudo remontar, aunque la conversación fue animada y Diego no dejó de mandarle mensajes: «Me gustan las rubias como tú» y cosas así. Ella no se dejó convencer y siguió erre que erre con los médicos. «¡No hay manera de sacarla de ahí! Está obsesionada, voy a tener que cambiar de profesión...», se lo tomó el leonés con humor. Pero hasta el último minuto no tiró la toalla Diego, y Antonella tuvo que reconocer que era un hombre de lo más agradable: «Pero es que mi prototipo de hombre es un médico».
A la hora del desenlace Diego, en un último intento a la desesperada, dijo que quería tener una segunda cita con Antonella. Como era de prever, la catalana no se apeó del burro y se marchó en busca de su médico de los amores.
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