* Promisorio inicio

La “era Martino” en la Selección Mexicana comenzó con el pie derecho.

Aunque se trató de un partido amistoso; aunque debió recuperarse de un inicio errático, porque en el primer tiempo el rival “olió” el gol en dos ocasiones, el “Tri” consiguió la calificación aprobatoria al imponerse, con más claridad en el marcador que en la cancha, a un adversario al que, tras el antecedente del ominoso 7-0 de hace tres años en la Copa América Centenario, se veía con un sentimiento que va más allá del respeto.

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A semejanza de la regla que prevaleció en el ciclo anterior -la recordada goliza ante Chile fue una de las excepciones-, con Juan Carlos Osorio como timonel, el balance fue positivo. A diferencia de lo que solía ocurrir entonces, ni el planteamiento ni el manejo del partido en función de los movimientos en el marcador dejaron margen a reconvenciones para el flamante técnico nacional.

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Con buenos jugadores como los que tiene en todas sus líneas, es factible ejecutar la consigna de asegurar la posesión de la pelota. Así y todo, el primer tiempo obligó a encender las luces amarillas. Chile tuvo dos claras oportunidades de abrir el marcador: el cabezazo de Vidal al que Ochoa cerró el paso, y el “sombrerito” de Castillo sobre Memo, desalojado puntualmente por Moreno; Pizarro, Jiménez y Lozano, por su parte, fueron punto menos que sendos ceros a la izquierda en ese lapso.

Cambió la decoración para el segundo tiempo, a medida que los andinos incurrieron en desaciertos defensivos… y, sobre todo, a medida que los mexicanos los capitalizaron. Un minuto antes del penalti -una de sus especialidades, por cierto- con que abrió el marcador, Jiménez había estrellado un remate en un poste. Tras la primera anotación, la solvencia de Moreno para rematar de cabeza un corner, y la frialdad de Lozano para aprovechar un gran  servicio de Pizarro, redondearon el resultado que bien puede interpretarse como una revancha del episodio de 2016 en Santa Clara... aunque las cifras fueran más moderadas.

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Vale subrayar, primero, que tanto los autores de los goles -Jiménez, Moreno, Lozano (y hasta el “Chicharito”, aunque el de éste fue correctamente invalidado)-, lo mismo que Ochoa y Guardado, son “europeos” que, precisamente por serlo, justifican plenamente su presencia en el equipo titular. Y después, que para el inicio de un proceso no hay mejor alimento que la victoria.