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First dates
Estrenó la semana en «First Dates» el autodenominado como «chico de la buena vibra». Jesús, madrileño de 25 años, aseguró «no tener problemas con casi nadie, y si los tengo intento solucionarlos antes de que vayan a más». El joven, tras haber sido cocinero, se dedica a tocar la guitarra en el metro y en la puerta de los supermercados junto a un grupo de amigos: «Es el mejor trabajo que he tenido nunca».
Respecto a sus relaciones amorosas, Jesús contó que vive en «anarquía relacional y quiero a todas las personas por igual. Hay un proceso en el que pasas de ser monógamo a la poligamia, y es duro darse cuenta de que no amabas de forma correcta. Esto es una maravilla: no hay celos, ni presiones ni nada». A Sobera le contó que buscaba a una chica «que me respete y que me quiera bien. Ya si fuese artista y vegana me encantaría. Además, las chicas para que me gusten no tienen que ser normativas: no me gustan las que salen en la tele y en las revistas».
Muy poco normativa era Yara, una madrileña de 25 años que lleva tres en Londres trabajando como cocinera, y que se plantó en el programa con media cabeza rapada y rastas verdes hasta el final de la espalda. «En mi tiempo libre me gusta pintar e ir a pasear con mi perro», explicó. La primera impresión para ella fue excelente, y le gustaron sobre todo los muchos tatuajes de Jesús. A los pocos segundos de charla descubrieron que ambos eran vegetarianos, algo que los unió todavía más.
A Yara le gustó mucho que se dedicase a la música: «Demuestra que es echado para adelante y respeto lo que hace». Lo que a Jesús más le llamó la atención fue que «es de esa gente que sale de su zona de confort». Poco después empezaron a hablar sobre su amor a los perros. «Yo duermo con ellos todos los días», presumió él. «Pues yo estoy haciendo una almohada con los pelos del mío», replicó Yara. Luego él le contó sobre su forma de entender las relaciones amorosas. «Yo nunca he probado, pero le podría dar una oportunidad y probarlo», le contó Yara. El desenlance estaba cantado, y ambos quisieron darse una segunda oportunidad y seguir conociéndose.
Para la segunda cita de la noche apareció Luis, un animador malagueño de 24 años que reconoció que «no suelo ligar mucho, pero ahora me apetece algo más estable». El joven llegó dispuesto a hacer reír a todo el mundo con sus bromas. Su pareja para probar suerte en el amor fue Miriam, una gaditana de 26 años que contó que «me fijo sobre todo en la personalidad, porque para qué te sirve un físico si lo demás no vale nada».
Ya en la presentación Luis enpezó con sus chistes de escasa gracia. «Es una cosa que hago para romper el hielo», se justificó él. Miriam, en cambio, dijo en el confesionario que había pasado «verguenza». Para empezar la conversación ella le preguntó cuántos años tenía, y él le respondió que «289 meses». Una vez más, Miriam se quedó sin saber cómo reaccionar a las gracietas de su pareja.
Nada más sentarse a cener Luis le preguntó a Miriam si era creyente y le explicó que le molestaba mucho que «hubiese personas que se meten a cosas de Semana Santa y luego no están bautizadas o no van a misa». Miriam, en el confesionario, contó que le parecía que Luis «tiene cara de cura. Igual va en camino de eso». «Tienes unos ojazos», la piropeó él, «es que yo donde pongo el ojo pongo la mirada». Se suponía que eso era un chiste, pero a Miriam no le hizo ninguna gracia: «Me he quedado un poco cortada».
«Ligo menos que el chófer del Papa», se sinceró Jesús. A Miriam no le sorprendió demasiado. El malagueño volvió al ataque con su estrategia: «Yo creo que existen tres tipos de hombres: los que saben contar y los que no». Ella, una vez más, no da crédito a lo que oye: «Los chistes un poquillo malos». Ya en el postre él se lanzó a improvisar un rap con una letra sin sentido, en la que decía cosas como «el otro día fui a una joyería y el dependiente no me hizo caso». «Un poco heavy», concluyó ella. Cuando llegó el momento decisivo, él quiso tener una segunda cita porque «tenían mucho en común» pero Miriam prefirió volverse a casa sola.