Santa Lucía
Ayer en redes sociales se cuestionaron los medios de comunicación fifís y conservadores, tal y como los llama nuestro presidente, que cómo fue posible que los encargados de proyectar el futuro aeropuerto de Santa Lucía “no vieron un cerro donde sí lo había, y sí vieron un lago donde no lo había”, y además generaron cientos de los llamados “memes” burlándose de esto. Lo anterior ya que se dio a conocer gracias a la nota de Raúl Linares del Semanario Proceso, que Riobóo, consultor del presidente, y promotor del Aeropuerto de Santa Lucía, había cometido un pequeño error, al no incluir en los cálculos iniciales del aeropuerto la existencia del “Cerro de Paula” cuya elevación máxima es de 2,625 metros sobre el nivel del mar, situación que causa serios problemas para la ubicación de las pistas de ese nuevo aeropuerto, en especial la de la “Pista Sur”, ya que de acuerdo al estudio en el que se basa el citado periodista, para mitigar el efecto negativo de esa “pequeña omisión” es necesario incrementar el presupuesto inicial elaborador por el “Grupo Riobóo” en un 11.7 por ciento, lo que implica que un incremento de más de ocho mil doscientos quince millones de pesos a lo proyectado. Si vemos los estudios del NAIM si estaba contemplado el problema de ese cerro y su limitación de los radares.
Inmediatamente que se dio a conocer esta información, salió el decano de los miembros del gabinete, Javier Jiménez Espriú, Secretario de Comunicaciones y Transportes, señalando que esto no es verdad, ya que la responsable de la construcción de ese aeropuerto es la Secretaría de la Defensa Nacional SEDENA e incluso descalifico las proyecciones de costos que el mismo gabinete había presentado (70 mil 342 millones de pesos) y pretendió aclarar que José María Riobóo es sólo un asesor del presidente, pero no que no tiene injerencia en el aeropuerto de Santa Lucía. Yo recordaría que el citado constructor es, además de ser el esposo de la flamante Ministro de la Suprema Corte, se convirtió en el constructor favorito de Andrés Manuel desde que le construyo los segundos pisos del entonces Distrito Federal.
Para evitar más especulación el propio presidente anuncio que el fatídico aeropuerto comenzara su construcción el próximo lunes, se pondrá “la primera piedra”, y se llamara General Felipe Ángeles y ese día también dará a conocer el “Plan maestro del Aeropuerto Internacional de Santa Lucía”, aunque no sabemos aún si también en esa zona se pedirá, en una ceremonia de esas muy raras, permiso de la construcción a la madre tierra. Lo extraño de esta obra y de otras iniciadas por el actual gobierno federal, es que en franca violación a la ley, arrancan sus proyectos, sin contar incluso, con estudios de proyecto ambiental, proyectos ejecutivos y otros necesarios estudios que se requieren para obras de tal envergadura. En el caso de Santa Lucía cobra especial atención algo que me platicaban la semana pasada que asistí a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y es que la zona de construcción de Santa Lucía está llena de vestigios arqueológicos, y luego entonces se tendría, (en un gobierno normal), que pronunciar el Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, mismo que incluso cuenta con facultades para detener la obra, espero que por ser un berrinche del presidente la construcción de este, no avienten las maquinas, tal y como lo hacen algunos constructores sin escrúpulos, y arrasen cualquier vestigio de ruinas arqueológicas. Pero lo más importante es que organizaciones aeronáuticas internacionales continúan sin avalar la operación de ese aeropuerto en forma simultánea al actual de la Ciudad de México, y existe la grave posibilidad de que no avalen la llegada de vuelos internacionales a ambos aeropuertos en forma conjunta por el riesgo de su operación tal y como lo han manifestado reiteradamente.
En el caso del famoso Tren Maya del que se anuncia que ya hasta existe interés de inversionistas extranjeros en invertir en él, así como la refinería de Dos Bocas, no existen publicados estudios previos, y al menos en la refinería se están violando hasta Normas oficiales de conservación de manglares, y yo no veo a la PROFEPA aplicando la ley, o solo porque es PEMEX el constructor le es posible violar la ley.
Con eso de que ahora es más importante, la justicia, (a criterio del presidente) que la ley, los ciudadanos debemos seguir el ejemplo del presidente y aplicar nuestro concepto de justicia, sobre el cumplimiento de las leyes, y si una ley no es del agrado de los de Morena, pues fácil, se cambia le ley. Yo quiero conocer a los ingenuos inversionistas extranjeros que dicen tener interés en ser socios del Tren Maya, no han peor negocio en el mundo que invertir en un tren con las características anunciadas.
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