La sombra del caudillo
La falta de Estado de Derecho es la dolencia crónica nacional. Los gobernantes aplican las leyes de manera discrecional y campean los abusos y la impunidad oficial.
Cada seis años renace, en quienes anhelamos un país ordenado, la esperanza de un gobierno que respete y haga respetar las leyes vigentes.
Pero siempre, de manera reiterativa, las autoridades frustran esas expectativas actuando sin sujeción al derecho.
Pero, aún así, es innegable que hemos avanzado en la legislación y la creación de instituciones que pueden limitar el poder público y fortalecer el desarrollo de la democracia.
Por eso, los ciudadanos y los organismos sociales deberíamos de encontrar la manera fundada y pacífica de hacer llegar al ánimo presidencial que la urgencia de México es el respeto real y cotidiano del Estado de Derecho.
Que la obligación fundamental de los gobiernos democráticos es la observancia de la ley. Que la aplicación de las leyes no es negociable ni debe depender de la supuesta voluntad popular ni del sentido de justicia de los gobernantes.
La mayoría queremos que México se transforme en un país donde impere la seguridad jurídica y física, el bienestar social y las oportunidades factibles de desarrollo individual.
Pero ese anhelo no implica que se quiera el regreso a un partido hegemónico y un presidente autoritario.
Desafortunadamente, hasta ahora, la actuación presidencial se ha destacado por la imposición de su voluntad sobre la normatividad aplicable y los compromisos legalmente asumidos.
Esa actitud lo hace parecer un caudillo que guía y manda sin apego a la norma y la técnica.
Paradójicamente, Paco Ignacio Taibo II, recién anunció que para conmemorar el Día Internacional del Libro se distribuirán gratuitamente miles de ejemplares de La Sombra del Caudillo.
Ojalá no sea un mal augurio.
ciher57@hotmail.com