Marc Márquez: "No me importa si Rossi me da o no la mano"
A Marc Márquez (Cervera, 26 años) los disgustos le duran lo que le duran. Confiesa que es extremadamente perfeccionista, pero que tampoco se hizo demasiada mala sangre con su caída en Austin. Fue el primer cero en un circuito en el que siempre había ganado. Se le escaparon veinticinco puntos que parecían seguros, aunque no hay drama. Llega a Jerez a sólo nueve del líder
.–¿Ya sabe qué pasó para irse al suelo en Texas? –Había un pequeño problemilla en la moto que aparecía de vez en cuando. Justo en esa vuelta sucede eso y me caigo. No es una excusa, pero viene provocado por algo. No es cien por cien error tuyo.
–¿Fue uno de sus peores días en el Mundial de MotoGP?–No, qué va. Anímicamente te preocupas, claro, porque siempre digo que si quieres ser el mejor no puedes fallar, pero somos humanos, el mejor delantero también tira fuera un penalti cuando menos te lo esperas.
–¿Con quién fue la primera persona con la que habló para desahogarse?–Con Emilio (Alzamora) y sobre todo con Santi (Hernández). Llegas allí y le dices a tu técnico que no sabes qué ha pasado, que te encontrabas bien y que lo difícil ya lo había hecho, que era romper la carrera
.–¿Tiene pensado lo que hará para sacarse la espina?–No puedo pensar en ganar en Jerez sí o sí para solucionar lo que pasó. Lo mejor para borrar esa caída es ganar el título a final de año. Si soy campeón no tendré que acordarme de esos puntos.
–¿Cuánto le ha preocupado la lesión del hombro? ¿Fue peor lo de la visión doble?–Aquel episodio fue más duro psicológicamente, porque no sabía si podría volver a ir en moto. Lo del hombro ha sido más pesado, de no tener vacaciones. Te operas tras ser campeón, quieres dos semanas de desconexión y no puedes, así que empiezas la temporada un poco cansado mentalmente.
–¿Cómo recuperó energías?–Subirme a la moto después de tanto tiempo fue una inyección de adrenalina. Como si hubiera tenido un mes de vacaciones.
–¿Le sigue doliendo?–Todavía tengo molestias. Me avisaron de que podrían durarme un año o toda la vida. Es como cuando te rompes un hueso, que cambia el tiempo y lo notas.
–¿Entiende que Rossi no se canse de competir?–La moto no es todo físico. Si te respetan las lesiones y mantienes la motivación puedes alargar tu carrera. No somos atletas, en los que todo es muscular. En el motociclismo puedes compensar de muchas maneras. Si creas un ambiente adecuado como el que tiene Valentino, que se entrena con chicos jóvenes que le transmiten ilusión y se lo pasa bien, la vida deportiva se alarga.
–Parece que se le ha vuelto a ablandar el corazón.–Bueno. Si soy sincero no le doy mucha importancia a esto. No me importa si me da o no la mano. Sé perfectamente que no vamos a ser amigos íntimos, pero no hay problema en tener una relación profesional. Le tendí la mano en su día en Argentina, porque fue mi error, y no aceptó mis disculpas. El otro día volvió a tenderme la mano y se la di, no hay más.
–Con una lesión y tres títulos seguidos, ¿da pereza arrancar otro año?–Por suerte se me siguen haciendo largos los inviernos. Es buen síntoma ver que en diciembre y en enero tienes ganas de moto y de reencontrarte con tu equipo. A mí me pasa esto. La presión agota, pero también es bueno que te la pongan, significa que estás para lograr algo. Lo que te da gasolina de verdad son las victorias. Trabajar y ver que llegan los éxitos te motiva.
–¿El récord de títulos de Valentino, por ejemplo, es una buena gasolina?–La gasolina es ganar y poder ser campeón cada temporada. También lo es que llegue el fin de semana, te diviertas y luches por ser el primero. Por suerte no me he encontrado en la situación de pelear por un quinto o un sexto puesto. Ahí igual sí me costaría más y sería importante un entorno que me ayudase. Yo tengo un equipo que, en realidad, es un grupo de amigos y esto marca una gran diferencia.–¿Cómo afronta la relación con su hermano Álex? ¿Le deja a su aire o está encima de él para ayudarlo?–Le intento ayudar lo máximo que puedo, pero en el circuito cada uno trabajamos con los profesionales del equipo y vamos a lo nuestro. En casa sí, vivimos y hacemos todos juntos. Siempre he valorado mucho lo que está haciendo, porque no es fácil eso de ser «el hermano de» o «el hijo de». Yo trato de quitarle esa posible presión y que disfrute encima de la moto. Hace lo que le apasiona y lucha en cada carrera por estar entre los cinco primeros. Que continúe así y volverán los resultados, el que la sigue la consigue.
–Desde fuera parece que no le afecta lo de tenerlo a usted como referente... –Mi sensación es que lo lleva perfecto. Es mi hermano, sí, pero a la gente se le olvida que tiene un campeonato del mundo en su palmarés, una cosa que no pueden decir muchos pilotos con un nombre en MotoGP.
–Últimamente ha habido mala suerte con accidentes de pilotos muy jóvenes ¿Animaría a un hijo suyo a que siguiera sus pasos?–Es difícil imaginarlo, pero si el niño te lo pide y ves que se lo pasa bien y sólo quiere ir en moto, si puedes económicamente, se lo das. Es lo que hizo mi padre conmigo. Yo se lo pedía cada fin de semana y me llevaba cuando podíamos. Durante una época se ahorraba y luego volvíamos a ir. Si un niño te lo pide y ves que es su pasión...
–El riesgo es evidente...–Es un deporte de riesgo, pero también ha habido desgracias en el fútbol y en otros deportes. Es importante que estos casos sean noticia, ya que quiere decir que pasa muy puntualmente. Hay mucha mala suerte, sí, pero te consuela que el niño hacía lo que más le gustaba en este mundo.
–Usted fue niño piloto, ¿tuvo miedo alguna vez?–¡Qué va! Y ahora la Federación Española ha dado los pasos adecuados para que haya mucha más seguridad. Yo, Pol Espargaró y otros fuimos los últimos que nos subimos con 11 años a una moto 125cc de Gran Premio. Eso sí que era una locura. No sentía miedo y eso que llegaba a final de recta a 200 kilómetros por hora. Hoy en día está todo muy estructurado y hasta los 14 no subes a una moto de verdad.
–En los circuitos la protección es máxima...–El riesgo está, sí, pero también lo hay cuando el niño va a jugar con la bicicleta. Yo todas las veces que me he hice daño de verdad fue con la bici, porque me caía en la calle, sin protecciones ni nada.