La Luna tiembla mientras se encoge
Hace nueve años, la NASA descubrió que la Luna había reducido su tamaño. En concreto, que se había contraído en 100 metros en los últimos mil millones de años. Este hallazgo, desvelado gracias a las imágenes tomadas por la sonda espacial por el Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO por sus siglas en inglés), permitió saber que se encogía como una pasa a medida que su interior se enfriaba, dejando atrás miles de acantilados llamados fallas de empuje en su superficie.
Un nuevo análisis sugiere que la Luna todavía puede estar disminuyendo hoy de tamaño y produciendo activamente terremotos a lo largo de estas fallas de empuje. Un equipo de investigadores, incluido Nicholas Schmerr, profesor asistente de geología en la Universidad de Maryland, diseñó un nuevo algoritmo para volver a analizar los datos sísmicos de los instrumentos colocados durante las misiones Apolo en los años sesenta y setenta. Su análisis proporcionó datos de ubicación de epicentros más precisos para 28 terremotos lunares registrados desde 1969 hasta 1977. Después, el equipo superpuso estos datos de ubicación en las imágenes tomadas por la sonda especial. En función de la proximidad de los terremotos a las fallas de empuje, los investigadores encontraron que al menos ocho de los terremotos probablemente se debieron a una verdadera actividad tectónica (el movimiento de las placas de la corteza) a lo largo de las fallas de empuje, en lugar de a los impactos de asteroides o ruidos profundos el interior de la luna.
Aunque los instrumentos de Apolo registraron su último terremoto poco antes de que se retiraran en 1977, los investigadores sugieren que es probable que la Luna siga experimentando terremotos hoy y por ende temblando, según un estudio publicado hoy en la revista científica “Nature Geoscience”.
“Encontramos que varios de los terremotos registrados en los datos de Apolo ocurrieron muy cerca de las fallas observadas en las imágenes de LRO”, manifestó Schmerr, señalando que las imágenes también muestran una evidencia física de movimientos de fallas geológicamente recientes, como deslizamientos de tierra. “Es muy probable que las fallas aún estén activas hoy. No es frecuente ver tectónicas activas en ningún otro lugar que no sea la Tierra, por lo que es muy emocionante pensar que estas fallas aún pueden producir sismos lunares”, añadió.
Los astronautas colocaron cinco sismómetros en la superficie de la Luna durante las misiones de Apolo 11, 12, 14, 15 y 16. El sismómetro de Apolo 11 operó solo durante tres semanas, pero los cuatro instrumentos restantes registraron 28 terremotos lunares poco profundos, el tipo producido por fallas tectónicas, desde 1969 hasta 1977. Para hacernos una idea de su magnitud, estos temblores en la Tierra habrían sido de entre 2 y 5 de magnitud.
Usando las estimaciones de ubicación revisadas de su nuevo algoritmo, los investigadores encontraron que los epicentros de ocho de los 28 terremotos poco profundos se encontraban dentro de las 19 millas de fallas visibles en las imágenes LRO. Esto fue lo suficientemente cerca para que el equipo concluyera que las fallas probablemente causaron los terremotos. Schmerr lideró el esfuerzo para producir “mapas de sacudidas” derivados de modelos que predicen dónde debería producirse la sacudida más fuerte, dado el tamaño de las fallas de empuje.
Los investigadores también encontraron que seis de los ocho terremotos ocurrieron cuando la Luna estaba en su apogeo o cerca de él, léase el punto en el que la Luna cuando está más lejos de la Tierra. “Creemos que es muy probable que estos ocho temblores se produjeran debido a fallas que se deslizaban a medida que se acumulaba el estrés cuando la corteza lunar se comprimía por la contracción global y las fuerzas de marea, lo que indica que los sismómetros de Apolo registraron que la Luna se contrae y que sigue activa tectónicamente”, afirmó Thomas Watters, autor principal del artículo de investigación y científico del Centro de Estudios Planetarios y de la Tierra del Instituto Smithsonian, en Washington.
Al igual que una uva se arruga mientras se seca para convertirse en una pasa, la Luna también se arruga y se encoge cuando su interior se enfría. Sin embargo, a diferencia de la piel flexible de una uva, la corteza de la Luna es quebradiza y se rompe a medida que el interior se encoge. Esta rotura da como resultado fallas de empuje, donde una sección de la corteza se empuja hacia arriba sobre una sección adyacente dando lugar a pequeños acantilados en forma de escaleras, o escarpes.
La LRO ha fotografiado más de 3.500 pendientes de falla en la Luna desde que comenzó a funcionar en 2009. Algunas de estas imágenes muestran deslizamientos de tierra o rocas. Debido a que la intemperie oscurece gradualmente el material en la superficie lunar, las áreas más brillantes indican regiones que están recientemente expuestas por un evento como un terremoto.
Otras imágenes de fallas muestran pistas recientes de caídas de rocas, lo que sugiere que los temblores enviaron estas rocas rodando por sus pendientes. Dichas pistas se borrarán relativamente rápido, hablando siempre en términos de tiempo geológico, por los impactos constantes de micrometeoritos en la Luna. Con casi una década de imágenes de LRO disponibles y más en camino, los científicos quieren comparar imágenes de regiones con fallas específicas de diferentes épocas para buscar evidencia de terremotos recientes.
“Para mí, estos hallazgos enfatizan que tenemos que volver a la Luna”, dijo Schmerr. “Aprendimos mucho de las misiones de Apolo, pero en realidad solo arañaron la superficie. Con una red más grande de sismómetros modernos, podríamos hacer grandes progresos en nuestra comprensión de la geología de la Luna”, concluyó.