Si se hubiera marchado unos minutos antes, nada más terminar la reunión de redacción, se habría cruzado con los asesinos en las escaleras de «Charlie Hebdo», o quizá ya en la salida, y entonces sí estaría muerto. Philippe Lançon (Vanves, 1963) se retrasó aquel día porque le quería enseñar un libro de jazz a un compañero. Aún se oían risas cuando un ruido seco, como el de un petardo, anticipó el desastre. Los hermanos Kouachi irrumpieron en la redacción al grito de «Alá es grande» y, dos minutos después, se hizo el silencio. Читать дальше...