First dates
Esta segunda noche de la semana «First Dates» volvió a sentar a cenar a decenas de solteros deseosos de encontrar el amor. Carlos Sobera recibió en primer lugar a Mar, una valenciana de 20 años llena de tatuajes que llegó contando que le apasionaba «el deporte, especialmente el culturismo, y también bailar y cantar». En su faceta amorosa, le confesó a Sobera que era una chica «demasiado entregada. Me gustaría encontrar a un chico humilde, que tenga tema de conversación y que sea cariñoso. Además, si es un hombre tatuado mucho mejor».
Su pareja fue Carlos, un obrero mallorquín de 23 años que en su presentación presumió de que «todos los días quiero sexo, y necesito a una persona que me siga el ritmo». El joven iba lleno de tatuajes, incluidos en la cara, y le contó al presentador que «lo primero en lo que me fijo es el físico, y luego ya si eso el carácter». A Mar le encantó a primera vista su pareja: «Lo he visto entrar y dije "mira, han dado en el clavo"».
Se sentaron a la mesa y él empezó preguntándole si estaría dispuesta a tener una relación abierta. Ella se negó en rotunda y entonces el mallorquín le explicó que él quería ser «actor de cine para adultos». Mar no daba crédito a sus palabras: «Con eso me ha matado. Yo no podría estar con una pareja sabiendo que hace eso». Esa negativa fue un palo para Carlos, que tenía muy claro que quería dedicarse a ello y quien «no acepte eso no puede ser mi pareja». Siguieron charlando y descubieron que ninguno de los dos era nada fiestero, algo que les satisfizo mucho y cambió la perspectiva de la cena. Al final, amboa decidieron darse una segunda oportunidad para seguir conociéndose.
Para la siguiente cena apareció en el restaurante Roni, un sevillano de 47 años que se santiguó cuatro veces antes de entrar. A Sobera le llamó la atención ese gesto y le preguntó por él: «Desde pequeño tengo que hacerlo todo cuatro veces: toco las cosas cuatro veces, antes hacía el amor cuatro veces...Es una manía que tengo». El sevillano aprovechó la coyuntura para explicarle a Sobera que era «sensitivo, y he tenido varias experiencias de apariciones».
Roni se puso a contarle al presentador esas vivencias. «Una vez atropellé a alguien y, claro, yo pensé que era una persona. Pero cuando me fui a acercar vi que era una figura blanca, con cara de pena, que se alejó en la noche». Según él, es mismo le ha pasado hasta en seis ocasiones. «Yo llegué a estrellar mi coche contra la nada, pero el coche destrozado», aseguró, «el tema lo investigó la Guardia Civil y no encontraron nada. Yo esto lo estuve hablando con Iker Jiménez». «De esto háblale con cuidado a tu pareja», le recomendó Sobera.
Esa pareja resultó ser Silvia, una cuidadora cordobesa de 48 años con «muchas ganas de ilusionarme de nuevo». Los dos se encantaron a primera vista: «La cara de Silvia tiene luz, pude ver en ella su alma». A ella lo que le gustó fue comprobar que Roni olía muy bien. «Te voy a contar muchas cosas», la advirtió él antes de sentarse a la mesa.
Empezaron charlando sobre temas insustanciales, pero poco a poco él fue allanando el camino para hablar sobre sus experiencias sobrenaturales. Entre piropo y piropo, pues Roni quedó derrotado ante la sonrisa de Silvia, le habló sobre sus misteriosos accidente de coche son causa. «Me estás dejando fría», decía la cordobesa, «eso que dices lo comparto, pero hasta que no lo vea no lo creo». A Silvia no le asustaron las vivencias mágicas de Roni y la cena siguió con toda normalidad. El desenlace fue feliz para ambos, que estuvieron muy cómodos en la cita y quisieron repetir la experiencia.