Parábola de la catedral robada
La catedral era el orgullo de la ciudad. Alta, airosa, hermosísima, llevaba allí toda la vida, nadie sabía desde cuándo, y era lo primero que corría a ver la muchísima gente que visitaba el lugar; así que, además de ser una hermosura que maravillaba a todos, era un negocio estupendo, lo mismo para los gobernantes de la ciudad que para el cabildo de canónigos que la administraba como si fuese de su propiedad; esto es algo bastante frecuente en las catedrales. Pero pocos se daban cuenta de que su aspecto monumental e imponente era engañoso. Читать дальше...