Que en España somos harto resultadistas es un hecho incontestable. Quiere decirse que, ante cualquier contienda -sea deportiva, política o empresarial-, solemos juzgar la estrategia de los contendientes una vez conocido el resultado obtenido y en función de cual ha sido. Y ya se sabe, el ganador es un artista y el perdedor un “matao”. Claro que, a toro pasado, es fácil reproducir la mejor verónica que, embraguetado con los pies quietos y citando de frente a un vitorino de capa negro zahína, haya... Читать дальше...