Aún guardo mi asombro por el debate televisado en Atlanta entre los candidatos norteamericanos a la presidencia. Un espectáculo que basculó entre el bochorno y la vergüenza ajena. No sabemos las sorpresas que nos aguardan con el siniestro Trump y sus desplantes a la democracia, pero en el caso de Biden tengo congelados los momentos de sus balbuceos, la torpeza gestual y otros detalles tristes de un hombre que no puede disimular su estado físico y mental. Aquello fue probablemente la escena triste del último gallo de Atlanta. Читать дальше...