Shipibos, Dior y los diseñadores “de la costa”, por Irma del Águila
Lo que sucede es que a Samanez le cuesta reconocer que lo valen y pagar, de ahí su airada indignación. Y se insinúan entonces formas de apropiación cultural. O sea, Dior sí, shipibas no. Paradójicamente, el liberalismo peruano se muere en la orilla del fetichismo de la mercancía.