Residuos de cerveza, este es el ingrediente principal que un grupo de ingenieros químicos y ambientales del Instituto de Procesos Sostenibles de la Universidad de Valladolid (UVa) ha utilizado para conseguir energía limpia. La transformación, a través de procesos de fermentación con un microondas y agua, ha dado como resultado biobutanol, un carburante renovable parecido a la gasolina.
Para su transformación, el equipo científico se sirve de bacterias para transformar los azúcares presentes en los residuos agrícolas -como la cebada-, en butanol. Todo comienza con un pretratamiento que consiste en aplicar energía de microondas y agua al residuo y así modificar su estructura. Después, las enzimas se encargan de liberar los azúcares simples necesarios para la fermentación y se obtiene el producto final, un biocombustible con características similares a la gasolina.
Además de renovable, se puede emplear en motores de combustión con apenas modificaciones y mezclar directamente con este hidrocarburo. «Es un proceso limpio y respetuoso con el medio ambiente en el que se producen otras sustancias naturales de interés como son los arabinoxilanos, con potencial como prebióticos y propiedades antioxidantes y antimicrobianas», explicó la investigadora principal del proyecto Mónica Coca.
Así lo publicó la revista científica Chemical Engineering Journal después del trabajo del grupo de investigación reconocido de Tecnología de Procesos Químicos y Bioquímicos de la UVa. El trabajo constituye un ejemplo de economía circular en el que los desechos pasan a ser recursos, concretamente en combustibles renovables (biobutanol) y prebióticos (arabinoxilanos), informa Ical.
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Además de renovable, se puede emplear en motores de combustión con apenas modificaciones y mezclar directamente con este hidrocarburo. «Es un proceso limpio y respetuoso con el medio ambiente en el que se producen otras sustancias naturales de interés como son los arabinoxilanos, con potencial como prebióticos y propiedades antioxidantes y antimicrobianas», explicó la investigadora principal del proyecto Mónica Coca.
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