Cien años de aviación: Cuando volar en España era una gesta
Cuando el «Guernica» aterrizó en Madrid el 10 de septiembre de 1981 el entonces ministro de Cultura, Íñigo Cavero, afirmó: «Hoy regresa el último exiliado». Habían pasado cuatro años desde las primeras elecciones democráticas en España y 42 desde que la obra maestra de Picasso partiera para Nueva York, donde estuvo custodiada por el MoMA. Tras meses de negociaciones con el Gobierno español, el museo estadounidense descolgó el cuadro sobre las seis de la tarde del 9 de septiembre y lo preparó para su viaje al día siguiente a bordo del Jumbo «Lope de Vega» de Iberia que lo trajo hasta Madrid. «Se trata de un hito en el restablecimiento de la normalidad democrática en España», explica Ángel Sánchez Serrano, comisario de la exposición «¡Volar!: 100 años en el cielo», que recorre la historia de la aviación comercial en nuestro país.
El Boeing 747 que trajo al «Guernica» de regreso, y cuya llegada a Madrid quedó inmortalizada en fotos, era el segundo de los tres aviones de ese modelo que Iberia había incorporado a su flota a finales de 1970, todos bautizados con nombres de escritores: el «Cervantes», que llegó a Barajas el 22 de octubre de 1970, el «Lope» y el «Calderón de la Barca», que llegaron un mes más tarde.
Los primeros reactores de Iberia, tres Douglas DC-8, llegaron unos años antes, en 1961, y recibieron los nombres de «Velázquez», «El Greco» y «Goya». En la muestra, organizada por la Fundación ENAIRE, puede verse una instantánea de un obispo en el acto de bendecir las naves, un ritual que se mantuvo durante muchos años en España.
«¡Volar!», que fue inaugurada ayer por Felipe VI, aúna dos de los grandes avances de comienzos del siglo XX, la fotografía y la aviación, que además se desarrollaron casi en paralelo. Según el vuelo se convertía en algo más y más cotidiano, también el arte de hacer fotos pasaba de los profesionales a los aficionados. La fascinación que ambas disciplinas despertaban en aquel entonces ha dejado un excelente registro de imágenes de carácter público e íntimo que Sánchez Serrano reúne en la exposición.
Aunque no se trata de un recorrido cronológico, el comisario sí recupera algunos momentos clave de la aviación española, como los primeros vuelos en los años veinte de la línea Latécoère entre Toulouse y Casablanca, la primera que comenzó a operar en España en 1919. Fue fundada en 1918 por Pierre-George Latécoère con la idea de conectar a Francia con sus colonias en África, pero los aviones debían hacer escala en Barcelona y Málaga hasta el Estrecho de Gibraltar.
«La aviación comercial nace, sobre todo, por la abundancia de recursos que hay después de la Primera Guerra Mundial –aviones excedentes, mecánicos y pilotos–, que se pueden aprovechar para el establecimiento de líneas aéreas. Y, también, en una situación en la que los países europeos sienten la necesidad de comunicarse cada vez a mayor velocidad con sus colonias en África, América y Asia», explica el comisario.