¿De qué hablamos cuando hablamos de la 4T?
Cada día que pasa es más difícil entender qué es la cuarta transformación. Nos dijeron que se trata de un cambio de régimen, sin explicarnos cuál es la alternativa al régimen que se deja atrás.
Nos dijeron que se trata del final de la corrupción, pero muchas acciones del gobierno abonan a la discrecionalidad y a la inacción. Prevalecen las adjudicaciones directas, se están eliminado muchos contrapesos institucionales y el recién creado Sistema Nacional Contra la Corrupción está en la congeladora.
Nos dijeron que nada ni nadie estaría por encima de la ley, para luego, intentar gobernar con memorándums, hacer consultas a mano alzada, arrancar proyectos sin contar con los requisitos legales o suprimirlos sin tener facultades legales para hacerlo.
Nos dijeron que se trataba del final del neoliberalismo y nunca antes en la historia ha habido un gobierno que aplique con tanto rigor el adelgazamiento del estado, el desmantelamiento institucional de la cultura, del deporte, de la ciencia y la tecnología.
Nos dijeron que nunca más se mancillaría la soberanía y la dignidad nacional y hoy, México está sometido a la política migratoria de Donald Trump. Nos dijeron que ya no más balazos sino más abrazos y después, se dio paso a la creación de una Guardia Nacional que estará compuesta por soldados y dirigida por militares.
Se habló de no más derroches y de austeridad pero se invierten millones de pesos en promover el béisbol, se pretende destinar 1,600 millones de pesos para inundar el NAIM y además, se deberán indemnizar los costos multimillonarios de su cancelación.
Se nos dijo que no habría más obras faraónicas y sale a la luz el Tren Maya.
Se habló de la separación del poder político del económico y el Consejo Asesor del hoy Presidente es nada más y nada menos que el ejemplo más logrado de lo que antes se llamaba la mafia del poder.
Se dijo que primero los pobres pero no es así, primero está Pemex, primero está la refinería de Dos Bocas que consumirán una cantidad desorbitante de recursos fiscales; y al mismo tiempo se cancelaron las estancias infantiles, los programas para atender el cáncer en niños, los refugios para mujeres violentadas, los programas destinados a que la gente pudiera emprender negocios y salir de la pobreza.
Ante tanta contradicción, la cuarta transformación se reduce a una monumental simulación, se trata, sin más, del regreso al viejo PRI, el retorno al partido hegemónico, al presidencialismo más rancio y a la reducción de los ciudadanos en una clientela habida de becas y generosa en votos.
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