El desalojo de los puesteros y el círculo vicioso al reubicarlos
El comercio informal en Monterrey ha sido un problema para todas las administraciones del Ayuntamiento.
Por eso, amigo lector, ahora que el alcalde de Monterrey inició desde mayo una gran cruzada contra los puesteros del centro de la ciudad, no está claro qué más hará después de retirar puestos y decomisar la mercancía, no sabemos si hay un plan para canalizar a las familias afectadas, empleos directos u otras oportunidades.
Porque históricamente la reubicación de los puesteros es un mal chiste.
Recordemos los años en que llegó a la alcaldía Sócrates Rizzo y propuso un plan de rescate del centro de Monterrey.
Por aquel entonces la Macroplaza, las calles de Morelos, Juárez y otras estaban llenas de puesteros. Para unificar criterios se creó un patronato en el que participaban universitarios, artistas, empresarios, intelectuales, la Canaco y la Iglesia. Ahí se decidió qué era necesario actuar para el rescate. Entonces se clausuraron seis antros en la zona hotelera y sin problemas reales se reubicó a los puesteros de la calle Morelos, pero en la avenida Juárez fue necesario hacer un gran operativo policiaco para rescatar las banquetas.
El descontento y la movilización de los puesteros, apoyados por algunas centrales obreras, subieron la presión social del conflicto, y como el entonces alcalde pensaba ya en la gubernatura de Nuevo León, se vio obligado a detener el problema y aceptar un proceso de reubicación, para ello se cerró la calle Colegio Civil y se construyeron locales fijos. El mismo procedimiento se realizó en Madero y sin problemas, pues ya estaba claro que recibir un local para dejar las calles era un buen trato.
Tal vez el plan no era malo, pero de la mano de la corrupción no resultó lo mejor.
Lo primero fue el padrón inflado. Muchos de los puesteros apuntaron familiares para obtener más locales que después comenzaron a rentar. De puesteros pasaron a tener un negocio inmobiliario como locatarios múltiples.
El costo de las rentas ocasionó que muchos comerciantes informales volvieran a la calle. Así, de forma silenciosa, las mismas avenidas desalojadas, principalmente Juárez y Madero, volvieron a cubrirse de puesteros años después.
Y en cada administración nueva vuelve a retirar a los puesteros y a reubicarlos, en el mercado Fundadores o La Ranita, por ejemplo. Pero el fenómeno parece recurrente y en cada reubicación ganan un local y después vuelven a las calles.
El regreso comienza a veces con permiso del municipio. Una licencia temporal para poner en Navidad un puesto de regalos, a un lado se pone un carrito de hot-dogs y luego otro puesto sin permiso y otro, hasta que la calle está invadida y los puestos ya tienen estructuras fijas o ancladas a la banqueta y se cuelgan de la luz.
Se entiende que la Canaco presione para retirar la competencia informal, pero es muy extraño que nunca se propongan planes integrales de retiro, con estudios de por medio y referencias de otros lugares.
Existe un documental regiomontano estrenado en 2016 que expone un proceso de corrupción entre autoridades federales, estatales y municipales, sindicatos y puesteros: El monstruo informal: La red ambulante, dirigido por Antonio Guajardo (disponible en web en Bitel Series).
La denuncia del documental, estimado lector, es muy seria porque involucra crimen organizado y autoridades, de manera que podemos imaginar lo difícil que resulta regular o solucionar el ambulantaje.
Lo que bien valdría la pena intentar es hacer un análisis serio del problema, investigación a fondo sociológica, de inteligencia, y tratar de hacer un plan integral, una solución adecuada y duradera, de esas que no son sencillas de implementar… porque si el alcalde lo que tiene es un plan de reubicación, es una película que ya hemos visto y seguramente está pensando más en sus posibilidades para ser candidato a gobernador, que en una solución de fondo y duradera… o usted, ¿qué opina?
alejandro.gonzalez@milenio.com