Y la solución es… otra consulta
Llevamos más de una semana y no podemos reponernos del encontronazo que fue la cancelación del proyecto metrobús en La Laguna de Durango. Y no se trata en sí de que se haya cancelado, sino de la forma en la que se canceló.
Nadie niega que el famoso metrobús ha sido un dolor de cabeza para los vecinos de Torreón, es una obra que ha costado mucho dinero, esfuerzo y tiempo, pero poner a consideración de unos cuantos su continuidad en Durango mediante una consulta a mano alzada es de verdad una burla.
Entiendo que nuestro Presidente sigue con la bandera del populismo tatuada en la piel y en cada evento que participa lo que busca es la aprobación del congregado, pero hacerlo así es irresponsable.
Y no crea que estoy diciendo que el metrobús es la obra que La Laguna está esperando, sabemos de lo mal organizado que ha estado y sabemos también qué desde hace tres años, Durango no ha logrado poner en marcha el proyecto por las mil y un excusas que sean.
No sé si nuestro mandamás conoce la situación técnica y factible de un proyecto, cualquiera que este sea, como para pensar que así se decide el futuro del mismo.
Y todo es una consecuencia de actos, le aseguro que con un proyecto funcionando en Coahuila y con recursos ejercidos en Durango con el mismo fin, nunca se hubiera contemplado la cancelación, pero hacerlo de esta forma raya en lo absurdo.
Por encima de los hechos, ahora un sector de la sociedad está indignado, los empresarios condenan lo ocurrido, se solicita una consulta más en forma y un gobernador expresa que se hará lo que la gente diga.
Entonces, nuestra flamante propuesta de solución fue hacer lo mismo, una consulta.
Porque debemos caer en este error presidencial, cuando sabemos que no es lo correcto.
Con todo el respeto que la ciudadanía me merece, y con mayor respeto por las necesidades de cada uno de nosotros, las consultas no pueden ser el medio de toma de decisiones, para eso hay estudios de factibilidad, análisis situacionales, proyecciones estadísticas, que son los que, al menos en teoría, demuestran una factibilidad.
Si no, entonces para qué queremos dirigentes, mejor que nos gobiernen las casas encuestadoras y que el pueblo sabio decida cualquier ocurrencia.