La mañanera de los sargazos
Gil meditaba: El ancho mar de los Sargazos, la novela de la escritora anglo-caribeña Jean Rhys, publicada en español por Anagrama, trata del racismo, del Caribe y de un matrimonio infeliz. ¿Cuál no?, se preguntaba Gamés. Pero no era de esa novela de la cual quería hablar Gamés sino de otra: La mañanera de los sargazos.
Resulta que en el pasado se declaraban emergencias por el sargazo y “lo que buscaban era que se pudiese contratar sin licitar y ese es negocio”. Así lo dijo el Presidente. Puede ser, pero, medita Gil, lo que vemos en las playas del sureste mexicano ¿es acaso producto de la imaginación calenturienta de Gamés? Se ve algo muy espeso, como una papilla de lenteja y zanahoria que impide dar unos pasos en el mar.
El Presidente, a quien quizá le gustan las papillas, dijo: “Tenemos la seguridad que vamos a resolver sin problemas este asunto. ¿Qué pasaba? ¿Por qué no se atendía bien? Porque se preocupaban, pero no se ocupaban y había siempre actos de ineficiencia en la atención del problema, incluso, de manera irresponsable, se declaraban alertas de emergencias porque lo que buscaban era que se pudiese contratar sin licitar y ese es el negocio”. Gil añade, se robarían hasta la emergencia, pero nunca se había visto tal cantidad de lenteja y zanahoria.
La Marina
Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina, informó que no se licitarán empresas para resolver el asunto del sargazo, pues “no es un problema, es una situación que se está dando y por primera vez lo estamos resolviendo como un problema de Estado”.
Se construirán sargaceras y colocarán bandas en las costas, con una inversión contemplada de 52 millones de pesos. Gil desea con todo el corazón que las sargaceras eliminen la papilla. El secretario puso una lupa en el mar de los sargazos: “En la costa que está afectada, entre comillas porque no es ni todos los días, son cerca de 955 kilómetros y nos vamos a poner de acuerdo para ver cuál es (sic) el más importante para empezar a atacar (el sargazo)”.
Basta de gastos superfluos, el ahorro es importante: “Hay 52 millones de pesos, no vamos a comprar sargaceras, no vamos a licitar empresas que pongan barreras, vamos a diseñar una sargacera muy parecida a las que están en el comercio, nos pueden costar en 6 y 8 millones de pesos y estará lista en un par de meses; será por bandas, cada mes iremos teniendo una. Estimamos que con unas 10 o 12 podemos ir atacando el problema del sargazo”. Va a salir muy barata la sargacera nacional.
La verdad le leyeron la mente a Gilga que ya había imaginado en la serenidad del mullido sillón una máquina que recoge la lenteja y la zanahoria con unas matracas sobrantes de la campaña del Presidente, unas gorras de Morena y unas sábanas sobrantes de las desaparecidas estancias infantiles. Con eso tenemos y nos ahorramos licitaciones corruptas.
Y si le permiten a Gamés, el programa de las sargaceras deberían llevarlo adelante dos hombres centrales del Estado, dos mentes preclaras, dos faros: Félix Salgado Macedonio y Gerardo Fernández Noroña. Ellos tienen su carácter y si las sargaceras no resultan ellos entrarían al quite: Ora, inches sargazos conservadores, váyanse mucho a la verch.
Estado y negocio
“El Estado va a tener su propio equipo, su propio personal; vamos a poderlo afrontar como un problema de Estado, no como un problema de negocios”, dijo el titular de la Marina. Por su parte, Carlos Joaquín González, gobernador de Quintana Roo, dio a conocer que todavía no se afecta la ocupación hotelera, pero puede ocurrir. Ya todos se ponen muy agudos: “No hemos tenido una afectación, la ha habido en los tours, en los clubes de playa y restaurantes quienes han resentido esta situación, en ocupación hotelera no se ha dado pero puede pasar”. Sí puede pasar eso, gobernador, verdad de Dios.
Todo es muy raro, caracho, como diría Antonio Machado: “De diez cabezas, nueve / embisten y una piensa. / Nunca extrañéis que un bruto / se descuerne luchando por la idea”.
Gil s’en va
gil.games@milenio.com