El cambio climático trae más fallecidos por golpe de calor
«La temperatura tiene un gran impacto en la salud de las personas», empieza diciendo el secretario de Salud Pública, Joan Guix, antes de ofrecer los detalles del dispositivo asistencial que la Generalitat ha preparado para este verano. Quién se acuerda sino del Capitán Scott que murió congelado en la nieve junto a sus hombres después de haber llegado al Polo Sur. Hasta la fecha, el gobierno catalán había estado más pendiente de los estragos que el frío causa en la salud. Cuenta con planes para afrontar la temporada de gripe, para atender a las personas sin hogar cuando las temperaturas se desploman o para hacer frente a la pobreza energética. Pero pobreza energética también es no tener ventilador o aire acondicionado en casa cuando los termómetros se disparan, algo que cada vez pasa con más frecuencia.
El año pasado, Cataluña vivió un verano muy cálido. Registró dos episodios de olas de calor, once picos de temperaturas máximas, 65 casos de golpe de calor en personas, de las que 28 murieron. La mitad de los fallecidos estaba haciendo actividades al aire libre, un 30% trabajaba y otro 30% hacía deporte. Hay que remontarse al verano de 2003, cuando hubo colas en los tanatorios, para tener cifras similares.
Entre 2003 y 2018, lo habitual fue que fallecieran entre una y dos personas por golpe de calor. El verano pasado la mortalidad aumento un 16% respecto a 2017 y las visitas a urgencias, un 4,6% y los ingresos un 4,2%. Además, el sistema sanitario detectó que los golpes de calor ya no sólo afecta a la población más vulnerable, ancianos, niños pequeños y personas con enfermedades crónicas, se dieron casos en grupos que no tenían riesgo.
Aunque Donald Trump insista en que no hay cambio climático, la ciencia lo desmiente. Con información del Meteocat, Guix avanza que este verano se prevé caluroso. Que las temporadas estivales en el Mediterráneo se alargarán y los inviernos serán más cortos e intensos. Y en base a estos cambios, la conselleria de Salut se ha adaptado a las necesidades de estos nuevos veranos.
Acotar el trabajo al aire libre
«Como no hay vacunas para revertir un golpe de calor, la prevención es la mejor arma que tenemos», subraya Guix. Un año más, la Generalitat lanza una campaña con consejos básicos: beber agua, protegerse del sol, evitar las altas temperaturas, ventilar y refrescar los hogares y supervisar a los niños y a las personas mayores que viven solas. En esta ocasión la ha llamado «Un verano sin UFFF» y añade un llamamiento a los responsables de empresas con empleados que trabajan al aire libre para que tengan en cuenta las altas temperaturas y eviten trabajos muy físicos durante los episodios de ola de calor. Inspección de Trabajo estará alerta. Un apunte, mientras Guix y la doctora Marta Chandre, subdirectora del CatSalut, hacían este llamamiento, en el exterior de la conselleria de Salut, en los jardines de la Maternitat, numerosos subsaharianos contratados por la administración pública plantaban flores bajo el sol.
Si la exposición a temperaturas muy altas se prolonga, la temperatura del cuerpo puede subir a 40 grados y poner el peligro a la persona que puede sufrir un golpe de calor.
Tras comprobar por primera vez con datos cómo los ciudadanos se mueven de una población a otra en verano, se reforzarán los servicios de atención primaria y hospitalaria en Girona, Tarragona, Terres de l’Ebre y Pirineos. Se dispondrá de 503 profesionales más, 422 se destinarán a atención primaria, 212 serán médicos, 182 enfermeras, 102 auxiliares y 7 profesionales varios.
Por poner un par de ejemplos, en Girona, durante el año, los CAP tienen una media diaria de 47 visitas y en verano de 77, y sus hospitales atienden en invierno 164 pacientes y en verano 237. La única zona que no dispondrá de más profesionales pese a tener más actividad es la de Alt Pirineu y Aran.
Como la actividad programada baja, el porcentaje de camas disponibles también, hasta un 91%. En la región de Lleida, habrá un 85% de camas; en Terres de l’Ebre, un 92%; en el Camp de Tarragona y Girona, 90%; en la Cataluña Central, un 88%; en Barcelona ciudad, un 87%; y en los ámbitos metropolitanos, un 95%.