Gil y Gil, un viaje de vuelta al «show» del exceso
0
Gil era un tipo, Gil era un show. Don Jesús fue Gil. Y Gil fue Gil y Gil, como si la reiteración del apellido, tan alto de G oronda, rubricara la pasión del exceso, o del despilfarro, que fue, en efecto, una de sus pasiones. Llegó a la política después de hacer carrera de ogro alegre en el fútbol, y en la empresa. Fue figura de la televisión de mamachichos, con la barriga faraónica al aire, y aquello se llamó «Las noches de tal y tal». Era un estilista de los albores de Tele 5. Gil era, en la tele, lo contrario a un poeta, más o menos como en la vida, y a la sequía de adjetivos le ponía una sobreabundancia de guayaberas.
Gerifalte del ladrillo
A los palcos del fútbol llegó como gerifalte del ladrillo, al igual que tantos otros de la época, y alternó en el tuteo de chulerías con Ruiz de Lopera, Gaspart, o Mendoza. Tuvo un poder de descaro, y a veces tenía gracia, y otras veces no. Fue después de manejar un club de fútbol, y después de una cátedra del salvajismo de la construcción cuando se metió en política. Queremos decir que fue cuando asentó su ambición y su prosa en el ayuntamiento de Marbella y corrió el oro de la corrupción. Hablamos de finales de los 80. A los periodistas, en el verano radiante de la costa, nos echaba a menudo juergas a las que a veces iba Adnam Khashoggi, un popularísimo del lujo de la zona, un traficante de armas del que Jaime de Mora
y Aragón arriesgó que le gustaba todo, salvo que estaba «demasiado gordo».
Gil y sus gentes convencieron enseguida a los árabes de que Marbella era el paraíso terrenal, y entre los constructores de la zona abrió una tertulia donde cundía la cháchara del apañito o el trapicheo. Gil era el amo. Igual ponía a patrullar a la policía por el puerto olímpico, para limpiar el botellón, que contrataba por dos meses al Tropicana. Gil alternó la diatriba y el desmadre, el exabrupto y el cabaret. Iba poco, o nada, al despacho del Ayuntamiento, y despachaba en su propio despacho de sultán con camisa de papagayos o corbata de vendedor de humos, según el día, y la intención. Con Khashoggi llegó a sostener ciertas semejanzas atuendarias, como el lamé de oro, en las camisas, y cuando se juntaban eran como dos hermanos apócrifos, inquietos y conspiratorios.
La agenda del champán
A los saudíes, Gil y sus socios les llevaban las agendas del champán, y también de las inversiones. Los chalets de desperezo magnífico tuvieron que convivir con la construcción urgente de pirámides de apartamentos, todos ejemplo de la lujuria hortera y la especulación trincona.
Gil soltaba a menudo aquello de «y tal y tal», como si se adornara de un neologismo, y practicaba el mitin de un populismo de playa que gustaba mucho a los palmeros que ponían el cazo y también a los que esperaban ir a ponerlo pronto. Gil fue un listo desmedido que hizo carrera, hasta que su carrera le llevó a la cárcel. Si miramos al fondo de su biografía insólita, descabellada y convulsa, nos aparece el niño de Soria que fue, un niño que tuvo la inquietud de ponerse a estudiar Ciencias Económicas. Aunque no era ese su camino en la vida de prosperidad que enseguida soñaba. Dejó el hábito del estudio, se metió en una tienda de recambios de coches, y pronto enfiló la universidad de la calle, donde rindió mucho como aspirante a magnate. Tuvo mucho de personaje de Torrente, pero de personaje que ya te encuentras hecho en la vida misma, con el deneí y todo. Su vida de ficción resulta que fue verdadera.
Familia Gil Marín - PG
Myriam, la discreta heredera
Jesús Gil y María Ángeles Marín tuvieron cuatro hijos: Jesús, Miguel Ángel, Myriam y Óscar. La niña de la casa, quien tiene ahora 54 años, es la más discreta y menos conocida de los herederos de Gil y Gil. Cuando su padre fue alcalde de Marbella, entre 1991 y 2002, ella se convirtió en su mano derecha. Se dedicó a gestionar los negocios de construcción de su padre en el Club Financiero Inmobiliario de Marbella, y a día de hoy continúa vinculada a ellos. El 10 de abril de 1999, con 26 años, se casó con Alberto de las Heras en la finca familiar de Valdeolivas, en Ávila. Sobre estas líneas aparece la familia al completo el día del enlace.