“Mi casa es tu casa” y los corruptos
Los políticos mexicanos tienen una obsesión por las mansiones, por los ranchos, por las residencias. Por ellas se corrompen, asignan obras, entregan favores e incluso comprometen su futuro y el de sus familiares.
Por una residencia en Acapulco y quien sabe cuántos millones, Emilio Lozoya involucró a su esposa, a su hermana y a su madre en un caso de corrupción que las tiene con órdenes de aprehensión, prófugas y con ficha roja de la Interpol.
Por una casa blanca Enrique Peña Nieto expuso a su entonces esposa a la vergüenza pública. Por una riqueza abundante y el rancho de El Faunito está en la cárcel el ex gobernador de Veracruz Javier Duarte, mientras que su esposa Karime Macías anda prófuga en el extranjero. Por un crédito increíblemente barato para comprar una casa en Malinalco se puso en aprietos el ex secretario de Hacienda Luis Videgaray.
Construyen fortunas con dinero público y se hacen de viviendas que nunca podrán disfrutar porque con dinero sucio es difícil que alguien pueda decir con orgullo esa frase que a los mexicanos nos sale tan bien: "mi casa es tu casa".
Son fortunas que aún no han adquirido ese lustre que dan el tiempo, la educación y la clase.
Cuánta razón tenía Óscar Chávez cuando compuso esa canción de “La casita” hace medio siglo: "Que de dónde amigo vengo/ de una casita que tengo/ allá por El Pedregal/ De una casita chiquita/ con jardines, alberquita/ y calefacción central/ Tiene en el frente unas bardas/ que vigila unos guardias/ que me manda el general/ Piedras la tienen cubierta / y un guarura hay en la puerta/ que la Procu me prestó/ Ver un garaje tú puedes/ donde caben tres Mercedes/ cuatro Mustang y un Jaguar..."
La paradoja es que esos funcionarios que se desviven, se corrompen y se pervierten por su "casita", son los mismos que aprueban políticas de vivienda que expulsan a la población joven hacia suburbios con desarrollos adonde nunca llegarán ni el transporte público ni los servicios urbanos, por su alto costo y lejanía.
Conjuntos que se convierten en páramos abandonados como ocurrió con Tlajomulco, Ciudad Juárez, Tijuana, Huehuetoca y en tantas otras unidades de constructoras beneficiadas por el auge de vivienda de baja calidad con Vicente Fox y Peña Nieto. El último conteo arrojó una cifra por arriba de 500 mil casas abandonadas.
Otra paradoja peor es que el nuevo gobierno, preocupado por los pobres, no tiene una política de vivienda real. Cierto que el Infonavit está dando mejores créditos, que la Sedatu prepara acciones en 15 ciudades, que López Obrador fijó como prioridad la reconstrucción, pero el hecho es que en más de 79 zonas metropolitanas con más de medio millón de habitantes no hay una política de vivienda. Excepto, claro, la que desarrolladores y autoridades municipales imponen con el único objetivo de especular con el suelo.
Aunque haya pasado medio siglo desde el estreno de la canción de Óscar Chávez las cosas no cambian y podemos terminar como decía Chava Flores "¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?", si nunca vas a tener pensión digna, menos casa propia.
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@hzamarron