Tiempos de Cartillas
Julio comenzó con el anuncio formal de la Cofraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Cofraternice) de repartir, en un primer momento, diez mil ejemplares de la “Cartilla Moral” que el Presidente de la República retomó (con adecuaciones) de la elaborada por Alfonso Reyes en 1944, en el marco de una Cartilla Nacional de Alfabetización. El asunto no es menor, más allá de necesidad de promover la reconstrucción del tejido social a partir de valores, y sobre lo cual el titular del Ejecutivo Federal justifica la acción y trabajo conjunto con Iglesias cristianas evangélicas.
La “Cartilla Moral, en una primera etapa, se distribuirá en centros de culto, estimados en siete mil en el país, aunque también se considera repartirla en escuelas, casa por casa (versión que se distribuirá: http://bit.ly/2LjGjn5; versión original de Alfonso Reyes: http://bit.ly/2TiyD4C).
La Iglesia católica, a través del secretario general del Episcopado Mexicano, Alfonso Miranda, señaló que no participará en la repartición, pues tienen otras prioridades, como jóvenes, clero, migrantes y protección a menores (ver: http://bit.ly/2LRkj2k).
En México, la intención de “moralizar” a la población no es nueva: con Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) se crearon las Juntas de mejoramiento moral, cívico y material, para fomentar el respeto a la patria y los buenos valores entre los ciudadanos; con Miguel de la Madrid (1982-1988), desde su campaña a la Presidencia de la República, propuso la “renovación moral” (luego de un sexenio de nepotismo y corrupción emblemática con López Portillo).
La moral se puede sistematizar, estudiar, pero no se enseña; se construye a través de las relaciones humanas y el entorno. Si una moral con líneas de comportamiento se “imponen”, se “establecen”, sobre todo desde la autoridad, desde el poder (de todo tipo), de nada servirán. Los compromisos y principio morales son por naturaleza autónomos, no heterónomos. Por ello, los códigos de ética del servidor público (hoy tan en boga) nacieron muertos, pues su origen es heterónomo (¡y desde la ley!).
La “Cartilla Moral” nace muerta.Pero no seamos ingenuos, es un recurso de propaganda donde la “moralidad” pasa a segundo término, es su pretexto con efectos que pueden ser más preocupantes.
Twitter: @jrubenalonsog