Educación binaria con destino al éxito
La información que recibimos hoy sobrepasa la capacidad humana de procesarla y aplicarla en forma adecuada. The Economist, en su serie Now & Next (2019), en el capítulo Data With Destiny, señala que 90% de la información actual apareció en los últimos dos años. Además, sabemos que su incremento es exponencial. Este hecho muestra la gran diferencia de velocidad en el desarrollo de las ciencias, la implementación de innovación tecnológica, la expansión de los negocios y el crecimiento de las personas.
Las instituciones de educación superior quedan rezagadas en su labor de impulsar un desarrollo personal y profesional, lo cual trae como consecuencia un desfase entre la preparación profesional tradicional y las nuevas demandas del mercado.
Ante esta realidad, es importante que las universidades establezcan procesos de integración en el campo laboral, donde los estudiantes participen en tareas dentro de las empresas.
Las organizaciones cuentan con la tecnología que exige la industria y cuando facilitan la integración de los jóvenes a sus procedimientos, generan dos cursos clave en la educación: Primero, el desarrollo de competencias profesionales en el campo laboral. Y luego, la adquisición de habilidades blandas que complementan el perfil buscado de un profesionista competente.
Esta relación binaria entre la formación de competencias profesionales y de habilidades blandas se perfecciona en forma adecuada con una integración entre los programas de empleabilidad y emprendimiento de las instituciones, con la práctica dentro del sector productivo. Es por esto que la academia debe de instrumentar e implementar este tipo de iniciativas que apoyen el adiestramiento íntegro de los universitarios.
Las habilidades blandas o transversales que destacan en los perfiles laborales para los trabajos del siglo XXI son entre otras: expresión oral y escrita, manejo numérico, conocimiento de las ciencias, dominio de los propios recursos financieros, pensamiento crítico, trabajo en equipo, comunicación eficiente, ética ciudadana, adaptabilidad, persistencia, iniciativa, conciencia social y liderazgo.
Dichas destrezas son fundamentos básicos que integran un portafolio de competencias personales que llevan a los profesionistas a configurar su carácter. Con estas bases en su educación es que pueden construir posteriormente un cúmulo de conocimientos ya integrados a la acción profesional y desde la empresa. Es necesario que se enseñe al estudiante y se le apoye en la adquisición de estas cualidades que le permitan formarse para los empleos que se necesitan hoy y en el futuro próximo.
En México, el marco normativo que establece la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el acuerdo 181118, considera por primera vez en la historia la posibilidad de una Educación Superior Dual. Este modelo se caracteriza porque el proceso educativo se lleva a cabo de manera híbrida, combinando el aprendizaje tanto en la universidad como en el sector productivo. Esta modalidad permite compaginar el crecimiento en competencias laborales que se certifican por los organismos del sector empresarial con la acreditación académica de la institución educativa.
El aprendizaje en la industria llevará a una integración del pensamiento humano reforzado por el uso de las tecnologías. La educación superior que: primero, con investigación de la realidad científica; segundo, genere tecnología que resuelva las necesidades humanas y del mercado; y tercero, se transforme en acciones académicas en los espacios mixtos del aula y la empresa, que está llamada a ser exitosa. Así logrará sacar lo mejor de cada persona, y por último de la educación. Las cartas están en la mesa, es nuestra responsabilidad jugarlas en forma perfecta.