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La Fiesta sigue viva en Mallorca. La Plaza de Toros de Palma acogió ayer por la noche un festejo muy especial. En primer lugar, porque se conmemoraba el 90 aniversario de la inauguración del Coliseo Balear, con una corrida monstruo de verdadero lujo, con un cartel conformado por Morante de la Puebla, El Juli, José María Manzanares y El Fandi. En segundo lugar, porque los toros volvían a la isla tras dos años de ausencia, después de la controversia política y judicial que había generado la ley de toros «a la balear».
La citada ley había sido aprobada en julio de 2017 por el Parlamento regional y validada un mes después por el Ejecutivo de la socialista Francina Armengol. Dicha norma no prohibía expresamente las corridas de toros en el Archipiélago, si bien establecía que no se podía maltratar, herir o matar a las reses, además de otras limitaciones. El Gobierno central, que hace dos años presidía Mariano Rajoy, presentó en aquel momento un recurso ante el Tribunal Constitucional contra los artículos más restrictivos de dicha ley. Finalmente, el Órgano de Garantías dictó en diciembre del pasado año una sentencia en la que acordó anular esos artículos.
Gracias a esa resolución, el Coliseo Balear pudo ayer volver a abrir sus puertas a la verdadera tauromaquia. Fue una noche diferente, cálida a nivel humano y calurosa a nivel climatológico. «Este festejo significa un triunfo para los taurinos y por eso hoy —por ayer— es un día muy especial para nosotros, por todo lo que hemos luchado en estos últimos años», explicó a ABC Quico Garau. Por su parte, el presidente de la Peña Taurina y Gastronómica de Mallorca, Miguel Ángel Herranz, indicó que se sentía muy contento, «porque los toros vuelven a la isla, pero sobre todo por haber superado las dificultades que distintas instituciones nos han ido poniendo en el camino».
En ese sentido se expresó Gabriel Nadal, mayoral de la ganadería El Onsareño. «Afortunadamente, el Constitucional devolvió la libertad a las personas que quieren disfrutar de la Fiesta, porque los políticos de izquierdas querían acabar con ella», recalcó Nadal. Precisamente, ayer se volvieron a escuchar en la plaza palmesana los gritos de «¡libertad, libertad, libertad!» que se habían podido oír en el mismo coso dos años atrás.
Inspección técnica
El nuevo contexto legal derivado de la mencionada sentencia del Constitucional fue el que hizo posible que se pudiera organizar esta corrida de toros. Aun así, la empresa promotora debía contar con el beneplácito previo del Ayuntamiento de Palma, que a finales de julio había anunciado que llevaría a cabo una rigurosa inspección técnica en el Coliseo Balear. En el presente mandato gobierna en la capital un tripartito presidido por el socialista José Hila.
Finalmente, el consistorio palmesano trasladó el pasado jueves a los propietarios de la plaza los resultados de la inspección realizada por funcionarios municipales. «Los informes detectan deficiencias menores que en ningún caso suponen la suspensión del espectáculo o el cierre de la plaza», confirmó el consistorio palmesano.
Esa decisión no fue bien recibida por los socios del PSOE en el Gobierno balear y en el Ayuntamiento de Palma, Unidas Podemos y MÉS, que expresaron una vez más su oposición a los festejos taurinos. Además, tal y como se esperaba, las asociaciones animalistas y antitaurinas se pronunciaron también en el mismo sentido crítico. Su voz se hizo oír ayer de nuevo, en forma de protesta, en el exterior de la plaza, poco antes del inicio de la corrida.
En cambio, entre los aficionados que no quisieron perderse el regreso de los toros a Palma se encontraba el presidente de la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña, Paco March, quien también ejerce una labor profesional como crítico. «En Cataluña, los aficionados taurinos fuimos los primeros en recibir el pisotón de los antitaurinos y de los políticos», recordó. En ese sentido, destacó que la vuelta de las corridas a Baleares supone «abrir la puerta» a la libertad. «En cierto modo, he venido a Palma por una cuestión romántica», subrayó.
Menores de 18
Un hecho a recalcar a nivel normativo es que, como se ha indicado, el Constitucional sólo derogó los artículos más restrictivos de la ley de toros «a la balear», por lo que por ejemplo sigue estando vigente la prohibición de que entren en la plaza los menores de 18 años o la de que se pueda consumir alcohol en el interior del recinto. Así lo recordaban ayer diversos carteles colocados en el exterior de la plaza.
«En mi humilde opinión, deberían dejar que los menores entren», explicó la empresaria Bárbara Pons, quien recordó que cuando era niña iba con sus hermanas y con sus padres a ver corridas de toros. De ese modo, crecieron amando la Fiesta. «Jamás hemos tenido ningún trauma, somos madres, esposas y abuelas, y puede que algún día bisabuelas», añadió con buen humor.
Una de las incógnitas que a partir de ahora quedan por despejar es si los festejos taurinos seguirán teniendo continuidad a corto y medio plazo en Mallorca, continuando una hermosa tradición que se inició en el Coliseo Balear hace 90 años, el 21 de julio de 1929. Las crónicas de la época dijeron que aquel histórico día hubo un lleno hasta la bandera. El cartel inaugural estuvo conformado por Nicanor Villalta, Antonio Márquez, Félix Rodríguez y el rejoneador Antonio Cañero.
Pensando ya en el futuro, el abogado y presidente del Círculo Mallorquín, Nacho Deyá, señaló ayer que «la Fiesta de los toros está en auge y Mallorca merece que sus cuatro plazas se abran al público, que es lo que está pidiendo la segunda mayor afición de la isla».
El gran filósofo José Ortega y Gasset, también taurino, escribió hace más de medio siglo que «una de las gracias mayores de las corridas de toros es que siendo el toreo ocupación silenciosa, que se ejercita taciturnamente, sin embargo, da enormemente que hablar». Las cosas apenas han cambiado desde entonces, al menos en Mallorca.