¿Cuál ha sido la predicción meteorológica más importante de la historia?
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La aportación de estos científicos fue crucial para planificar la operación Overlord -nombre en clave del desembarco de Normandía-.
Lo habitual hasta aquel momento era que grupos independientes suministrarán información meteorológica a sus unidades y que no se compartiera entre ellas. Obviamente, una operación de aquella naturaleza requería una coordinación máxima.
Además, los sistemas de análisis meteorológicos no estaban tan desarrollados como los actuales y únicamente eran aplicables para el día siguiente o, a lo sumo, para dentro de dos días. Una predicción que se antojaba a todas luces insuficiente.
Muchas peticiones militares
La posición del sol y la luna en relación con nuestro planeta era una pieza clave para elegir el día del desembarco de Normandía, ya que determina la fuerza de las mareas. Los aliados necesitaban que hubiera marea baja al amanecer y en esa zona de Europa tan sólo se produce cuando hay luna llena o luna nueva.
La marina reclamaba que hubiera buena visibilidad y un mar poco agitado; además, el terreno no podía estar encenagado, es decir, era importante que no lloviera los días previos.
Demandaban que hubiera poca agua en las playas pero lo suficiente como para que las lanchas no se quedaran varadas durante la fase de desembarco. Una vez en la playa, si la visibilidad era óptima podrían eludir las minas que el ejército alemán había sembrado.
La aviación, por su parte, reclamaba que los vientos no fuesen fuertes y que no hubiera mucha nubosidad, para que los pilotos se pudieran orientar adecuadamente durante la travesía.
Por si todo esto no fuera suficiente, la plana mayor de la Operación Overlord exigía disponer de un detallado mapa meteorológico cuatro días antes del desembarco, para poder ultimar todos los detalles organizativos.
Stagg, un héroe desconocido
Es lógico que esta complejidad precisaba una coordinación extrema. El encargado de dar un parte meteorológico único fue el capitán británico James M Stagg (1900-1975). Desde comienzos de años su equipo realizó pruebas semanales en la búsqueda de un parte predictivo a cinco días vista, pero los meses de abril y mayo fueron excepcionalmente atípicos.
La primera fecha que se barajó fue el 15 de mayo de 1944, pero se suspendió debido a que hubo un fuerte oleaje. Se postuló una nueva fecha para la primera semana de junio.
Inicialmente se eligió el cinco, pero Stagg predijo que ese día el viento sería demasiado fuerte, la mar estaría revuelta y las nubes muy bajas. Unas condiciones poco favorables para la mayor operación aeronaval de la historia.
Eisenhower esbozó postergar la operación durante una quincena, para las siguientes mareas bajas –del 18 al 20 junio-, de haber sido así habría sido un estrepitoso fracaso, puesto que esos días se produjo una de las mayores tormentas de aquella década en el Canal de La Mancha.
Afortunadamente Stagg manifestó su disconformidad, el tiempo mejoraría presumiblemente para el día 6 de junio, las nubes se elevarían lo suficiente para facilitar la visibilidad aérea y la mar se calmaría.
Eisenhower se encogió de hombros y pronunció las archiconocidas palabras: «Ok, let`s go!». El resto ya es historia…
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación