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«Que ahora no salgan con bravuconadas de hablar de misiles en la zona de frontera. Más bien, en vez de gastarse esa plata en misiles, que proteja al pueblo venezolano y le dé comida», fue el mensaje que envió ayer el presidente de Colombia, Iván Duque, tras los anuncios del pasado martes por parte del régimen venezolano, que anunció un gran despliegue militar en la frontera entre los dos países.
A Nicolás Maduro hay que temerle, pero no necesariamente por la Alerta Naranja que anunció junto con una serie de ejercicios militares en la frontera con Colombia a partir del próximo 10 de septiembre y hasta finales de mes, sino porque se inventa cosas –la Alerta Naranja no existe ni en los manuales ni en los procedimientos ni ordenamiento jurídico venezolano, como lo ha dicho la experta en seguridad nacional Rocío San Miguel- cuando requiere lanzar cortinas de humo bélico para distraer a sus país y a la región de otros temas.
«Vamos a desplegar el sistema misilístico de defensa antiaérea, defensa terrestre, blindada, del 10 al 28 de septiembre», dijo Maduro, y aseveró que lo hará a lo largo de los 2.219 kilómetros de la frontera, sin duda una gesta militar si se tiene en cuenta que ese país no hay los recursos, la capacidad de movilización y el entrenamiento para sostener por tantos días y a lo largo de una frontera muy larga, porosa y compleja semejante iniciativa.
Pero sería irresponsable no tomar en su dimensión el anuncio que Maduro, que el canciller de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, calificó como una amenaza a la región y a Colombia directamente, reiterando que el país no puede caer en provocaciones. Ayer, en otra respuesta al régimen venezolano, Trujillo señaló que la amenaza «proveniente de la dictadura de Maduro» no es nueva, sino que viene dándose desde hace tiempo. «Es una amenaza que proviene del régimen chavista y que se ha prolongado durante el régimen madurista», dijo el canciller colombiano. Añadió que las autoridades colombianas «cumplen permanentemente con su deber de preservación de la soberanía y de garantía de la tranquilidad de los colombianos».
Por su parte, el Consejero de Seguridad del Gobierno de Iván Duque fue claro ayer en señalar que «una amenaza como Maduro no se enfrenta con carrera armamentista, sino una política de alianzas y de diplomacia internacional… Colombia no está sola frente a la amenaza de la dictadura de Nicolás Maduro», y fue explícito al señalar que el país cuenta con el respaldo del gobierno de Estados Unidos, en caso de que el régimen venezolano caiga en una provocación.
A todas estas, otros titulares relacionados con el régimen pasan desapercibidos ante la opinión internacional, como que este viernes Maduro anunciará nuevas medidas económicas, seguramente otro misil a la crítica situación económica del país. Para los analistas, su llamado al patriotismo -que involucra a la población civil, lo cual sí es una alerta roja para los defensores de derechos humanos venezolanos- y la defensa de Venezuela, haciendo despliegue de fuerza y capacidad bélica en caso de una supuesta invasión a su país, tiene nuevamente ese tinte populista y efectista para llamar a la resquebrajada unidad nacional, más que un tono naranja.