Secuestrar las riadas para salvar vidas y paliar la sequía
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La segunda gota fría de este septiembre ha dejado las primeras precipitaciones en Cataluña, mientras amplias zonas de España se encuentran en sequía meteorológica, es decir, la que viene determinada por la cantidad de lluvia recogida. Y aunque los embalses aún viven de las rentas de un lluvioso 2018, han sufrido una considerable merma. La reserva hidráulica española se encuentra al 44,5%, un dato que en la última década solo ha sido inferior en otras dos ocasiones en estas mismas fechas, en 2017, cuando se hablaba de la peor sequía en 20 años, y en 2012.
Sin aprovechar
Hoy con las lluvias intensas, torrenciales, «se acumulan grandes cantidades en muy poco tiempo y no es posible recogerlas, ni aprovecharlas. Por el contrario, causan más perjuicio que beneficio porque ocasionan inundaciones y arrastres que terminan ocasionando pérdidas económicas y en ocasiones, de vidas humanas», explica Jorge Olcina, presidente de la Asociación Española de Geógrafos y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de la Alicante. Porque en España los meteorólogos ya han comprobado que aquí no sabe llover: o no cae nada, o cae demasiado.
Ante este problema, la adaptación de los núcleos urbanos se ha convertido en una prioridad. «Como este tipo de lluvias torrenciales están siendo más frecuentes, especialmente en la zona mediterránea, debemos ir preparando los territorios para que puedan recoger lluvias caídas de este modo. En algunas ciudades se han construido depósitos pluviales o parques inundables, para poder recoger estas aguas y utilizarlas para diferentes usos urbanos y agrarios. Es el camino a seguir», cuenta Olcina.
Es el caso del Parque La Marjal, en Alicante, que ha sido ya merecedor de reconocimientos como el Premio Ciudad y Territorio Albert Serratosa. Si en 1997 un temporal se saldaba en la ciudad con cuatro muertos y 235 heridos, en 2017, cuando se registraban las terceras lluvias más importantes desde el desastre, el parque recogió un total de 15.000 litros de agua pluvial, un tercio de su capacidad, evitando las inundaciones y permitiendo reutilizar las aguas para riego.
«Se han ideado soluciones copiadas de la naturaleza», explica Vicent Esteban Chapapría, presidente de la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Una de las favoritas es la de crear estas zonas ajardinadas con pequeños lagos de retención. Un agua que después «se va filtrando y a veces se reutiliza para regar jardines o para depuración», cuenta. Además, en Barcelona, Valencia o Almería, se han instalado depósitos de aguas pluviales, subterráneos, que recogen la precipitación, se guarda un tiempo para que sedimente y luego se reutiliza. Ahora, incluso, «en Valencia se está planteando aprovechar la obra del nuevo cauce del Turia para ajardinarla y mejorar el comportamiento hidraúlico de la ciudad», dice Esteban Chapapría.
Drenaje sostenible
Aunque se trata, sobre todo, de salvaguardar la vida de los ciudadanos. «Ahora hay un tema que es muy interesante, el drenaje sostenible», cuenta el presidente de la Asociación de Ingenieros de Caminos. Se utilizan nuevos materiales, que son permeables -como el utilizado en las inmediaciones del Wanda-, para que las lluvias torrenciales no se acumulen en la superficie, pudiendo formar las riadas.
Para Olcina, ante un clima que va a tener «extremos» atmosféricos más frecuentes, hay que apostar por soluciones sostenibles. «Las grandes obras de infraestructura (presas, encauzamientos para inundaciones; o trasvase para las sequías) no tienen sentido en un escenario de cambio climático. Hay que ir a soluciones menos costosas ambiental y económicamente».