Natalia Jiménez: «No nos podemos volver locas todas las mujeres y empezar a odiar a los hombres»
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«¡Pues estoy dabuti!», exclama la cantante al saludar, demostrando que no ha perdido un ápice del espíritu juvenil que exhibía hace diez años, cuando La Quinta Estación estaba en lo más alto. «Tengo unos añitos más, pero sigo igual que siempre, siendo una jodedora (risas). Ahora vuelvo con un disco de rancheras, que aunque no las oigáis mucho en España, cuando os las ponen os gustan. Siempre apreciáis a un buen mariachi. ¡Y ya estamos en el puesto número tres de ventas en género latino!». Natalia también ha notado el tirón que el castellano tiene actualmente en Estados Unidos al lanzar allí su disco. «¡Ya tiene diecinueve millones de reproducciones! ¡Está funcionando increíblemente bien!», exclama ilusionada.
Cuando se rompió La Quinta Estación («por motivos que no puedo contar», asegura), se marchó de España y pasó una temporada en México, donde se sintió «feliz y acogida». Sólo lamenta que «en algunos lugares haya tanta violencia, y que en otros «no puedas vestirte enseñando más de lo que debes», pero su diversidad y su oferta cultural la conquistó sin remedio. Allí fue jurado de La Voz y La Voz Kids, «formatos muy entretenidos, pero que no creo que sean una buena plataforma para convertirte en un artista duradero», asegura.
«Muchos se creen que por ganar el concurso ya lo tienen todo hecho, y no es así ni muchísimo menos. Por eso algunos luego se llevan decepciones muy gordas». En el programa conoció a Maluma, se hicieron amigos y grabaron juntos una colaboración.«“Sé que hubo mucha polémica con él en España debido a sus letras, pero yo no creo que sea machista. De hecho, hay muchas mujeres a las que les gustan esas letras, a las que les gusta escuchar que las ponen mirando a Cuenca (risas). No es mi tipo de música ni de mensaje, pero la gente no tiene que tomarse la vida tan en serio. Ni todo es bueno ni todo es malo. Es que parece que ya no se puede hacer nada. Yo pienso que pasarse de frenada hace que se retrase el avance de ciertas cosas. Las mujeres podemos escuchar reguetón y bailar con shorts, porque queremos y porque antes no podíamos. Y no pasa nada».
La mujer, en la industria
Ahora vive en Miami, donde echa mucho de menos la vida cultural mexicana. «En ese sentido, Miami es una ciudad bastante mediocre», asegura. «A nivel intelectual tiene poco que ofrecer, aunque claro, la industria de la música ha cambiado y ahora tiene allí un centro neurálgico muy potente». Ella ha sido testigo de muchos de esos cambios, y ha vivido muy de cerca la evolución del papel de la mujer en el negocio en los últimos quince años. «Siempre me he sentido independiente, y nunca he tenido la sensación de ser inferior. Lo que sí me ha pasado es vivir una situación en la que si no hubiera puesto un freno, me habrían hecho algo. Pero puse ese freno y me escapé del animal». Natalia cuenta la «anécdota» despreocupada y sin alarmismo, y prefiere no remover más el asunto. Eso sí, asegura que «cuando se produce el acoso, hay que denunciarlo siempre. A las alimañas hay que quitarlas de en medio. Pero hay que ser más moderados en la conversación. Tampoco nos podemos volver locas todas las mujeres y empezar a odiar a los hombres, porque eso no ayuda en nada».