Justicia y costumbres
Sorpresiva renuncia de un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Más allá del momento, dichos, causas y la sorpresa, sin duda, el Poder Judicial de la Federación está obligado a una reflexión para tomar las decisiones que mejoren la administración de ese aparato tan sensible para la confianza de los ciudadanos. Puede ser el momento de una reforma de la estructura judicial toda para asegurar un mejor trabajo jurídico y aumentar la confianza entre los mexicanos, ahora afectada. No podemos permitirnos seguir dudando de la limpieza, eficacia y certeza del funcionamiento del poder judicial.
México fue un país de jueces. Hoy es un país de policías. Por eso no será una tarea sencilla. El poder judicial se activa a partir de la supuesta violación de las leyes, la cual requiere examinarse y confirmarse o no por un juez imparcial, avezado en los procedimientos y capaz de decidir lo mejor para la sociedad, los involucrados y, sobre todo, en justicia. Depende de la cultura y las costumbres de la sociedad, de la precisión y claridad de las disposiciones legales y, sobre todo, de la atingencia, el análisis de los hechos denunciados y los alegatos del ministerio público. Además, depende de la acusación que decida hacer la fiscalía. Escuchemos a los familiares de las personas desaparecidas cuando se quejan de las fiscalías. Ahí se “atora” lo judicial.
Los jueces dependen del poder legislativo, quien elabora las leyes y las revisa si es el caso. Con frecuencia el legislativo no hace un buen trabajo. El juzgador y las fiscalías encuentran sus límites en leyes mal hechas.
Ahora bien, el aparato de procuración y administración de justicia depende de la sociedad. Depende de las actividades, las acciones y los actos de los miembros de la sociedad, los cuales a su vez dependen de las costumbres, las convicciones y creencias aceptadas. Si la costumbre entre los jóvenes es drogarse en las fiestas, pues lo hacen no obstante la ley lo prohíba y los padres los reprendan. Si la costumbre es buscar trabajo en el gobierno pues ahí “hay de sobra para todos”, aunque sea corrupción, así se hará pues “el jefe es el primero”. Si la costumbre es “comprar decisiones” del gobierno, nadie quiere quedarse sin contratos. Mejorar lo judicial depende de descartar esas costumbres sociales. Esa es la tarea de gremios, familias e instituciones.