Vendettas políticas
Aunque insisten en que no hay trasfondos ni ánimos de venganza, está visto que a los titulares del Ejecutivo a nivel nacional y estatal les sobran ganas y motivos para realizar una especie de “ajuste de cuentas” y, a la vez, presionar, promover, impulsar o como se le quiera llamar, medidas en las que puedan poner al Poder Judicial de su lado y, si es necesario, bajo su mando. El tan sonado caso de Eduardo Medina Mora, quien de seguro quedó debiendo muchas, sin embargo, puso en entredicho la imparcialidad con la que dice actuar el director de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto Castillo al asumir un papel no sólo de investigador de lavado de dinero -su principal función- sino el de un severo juez que, de plano, arremetió contra el ex Ministro en una especie de juicio sumario cuando ya todos sabíamos hace meses que la información del gobierno americano acerca de las trasferencias millonarias de Medina Mora, traería sus consecuencias.
En resumen, la salida de Medina Mora, celebrada y hasta festinada por el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, simplemente abre la opción de un nuevo ministro más, también afín al proyecto lopezobradorista dentro del Poder Judicial, a sumar en el grupo que ya comanda el propio Zaldívar, con su ya inseparable colega Yasmín Esquivel (que no deja de ser “esposa de” José María Riobóo, constructor de cabecera de AMLO), y de otros ministros. Además, la novedad es que los “independientes”, si sobreviven, quedarán cada vez más marginados, agarrados de un hilo si la “purga” continúa en la judicatura.
“Ya no hay intocables”, según la interpretación amenazante tan selectiva que hace el presidente de éste y otros temas que le convienen. Luego vino la destitución del magistrado de Jorge Arturo Camero por hallarle un depósito de 80 millones de pesos y, así, con este postre, cerró la semana en la que la cuarta transformación avanzó con rapidez inusitada hacia el control total de los tres poderes en México. “No somos iguales”, diría López Obrador, pero la verdad cómo se parece a los presidentes omnipotentes de otras décadas. No obstante, la justicia es la que queda, como siempre, dentro del mar de intereses en pugna. Y es que, además, cada quien la interpreta a su manera. Si las universidades protestan por el bajón a sus presupuestos, son unos “chantajistas” pero si los normalistas de Tenería secuestran personas (choferes) por una semana, con sus 92 unidades e infligen daños por 20 millones de pesos, no llegan ni a infractores, menos a sanciones. “No se puede llamar secuestradores a unos estudiantes ni estigmatizarlos, hay que cuidar el lenguaje”, pontifica nada menos que el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, quien se arregló con ellos. Así, simplemente, hay razón para pensar que las únicas secuestradas son la ley y la justicia.
En Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro quizá tope con pared en el caso que promovió contra los ex titulares de la SEDIS, Miguel Castro, Salvador Rizo y Daviel Trujillo. Su acción, presuntamente de anticorrupción, parece no tener sólidas bases ya que desde las cifras hay disparidades y, con todo y el “resguardo” domiciliario a los involucrados, el asunto podría ser más fracaso que triunfo para el gobernante. En fin, aunque se diga lo contrario, hay mucho tufo de que las “vendettas” políticas están a la orden y que no tardará mucho en que pongan al descubierto sus verdaderas intenciones: lograr el poder más absoluto posible.