El partido nacionalista Ley y Justicia gana las elecciones en Polonia, según un sondeo
El partido católico nacionalista polaco Ley y Justicia (PiS) volvió este domingo a ganar claramente las elecciones. Los primeros datos a pie de urna le concedían un 43,6% de los votos, frente al 27,4% que obtendría el segundo partido más votado, la alianza liberal de centro-derecha Coalición Ciudadana (KO) de Donald Tusk. Muy por detrás quedaron la coalición de izquierdas con el 11,9% de los apoyos y el Partido Campesino (PSL) con un 9,6%. Traducido en escaños, el PiS obtendría 239 de los 460 que en total tiene el Sejm, una mayoría parlamentaria que apuntala su poder legislativo.
«Tenemos razones para ser felices. A pesar del poderoso frente en nuestra contra hemos logrado ganar, pero merecemos todavía más», fueron anoche las primeras palabras tras la victoria de Jaroslaw Kaczynski, que a pesar de no contar con un cargo relevante en el partido sigue dirigiéndolo en la sombra y es percibido por los votantes como el verdadero defensor de los valores tradicionales de Polonia.
Ni el anuncio de la Comisión Europea, que el jueves hizo pública su decisión de demandar al gobierno polaco por la reciente reforma judicial, que en su opinión viola el principio europeo de la independencia del poder judicial, ni las duras críticas a los conservadores del PiS, que coincidiendo con el Premio Nobel de Literatura ha lanzado la escritora polaca Olga Tokarczuk, han sido suficientes para desalojar al PiS del gobierno de Varsovia, aunque, a diferencia de 2015, no tendrá mayoría absoluta en el Sjem y en el Senado. El también conservador Confedereación habría obtenido, según esta misma fuente, el 6,4% de los votos, lo que lo sitúa en la coalición más lógica de fuerzas políticas de derecha. En caso de avanzar el recuento en dirección contraria se podría abrir una oportunidad para la oposición si Coalición Cívica y Lewica, una alianza entre los tres principales partidos de izquierdas formasen una inédita coalición de centro izquierda. «Si ambos tienen la menor oportunidad de desbancar del gobierno al partido de Jaroslaw Kaczynski, se unirán, a pesar de las grandes dificultades que supondría el encaje de ambos programas electorales», explica el politólogo Klaus Bachmann, de la Universidad de Ciencias Sociales y Humanidades de Varsovia.
La polarización de la campaña electoral, en torno a temas como la agenda LGTB y la asignatura de Religión en los colegios, parece haber movilizado a los votantes. Kaczyński ha calificado la reciente declaración sobre los derechos LGBT del alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, como «un ataque contra las familias y los niños polacos» y un intento de «sexualización temprana de los niños», apoyando a la Conferencia Episcopal, que difunde un formulario con el que las familias hacen constar su protesta ante las autoridades educativas. La participación fue particularmente alta en la región alrededor de Varsovia, el Voivodato de Mazovia y en el sur del país, alcanzando un promedio del 61,1%, casi un 7% más que en las elecciones de 2015, y ese aumento ha soportado al PiS como partido más votado.
El partido de Tusk ha sido incapaz de remontar, tras su derrota electoral de 2015 y sigue muy lejos de los resultados que obtuvo en las elecciones de 2007 y 2011. La falta de liderazgo, debido a la marcha del carismático político polaco al Consejo Europeo en 2014, sigue pesando sobre esta formación, además del voto agitado por cuestiones religiosas y que desemboca únicamente en Lewica. Las anteriores elecciones fueron un duro varapalo para la izquierda polaca, que se presentó dividida en dos bandos, ninguno de los cuales consiguió entrar en el Parlamento. Pero la nueva coalición de izquierdas no llega a alcanzar el 15% que avanzaban algunos analistas.
La oposición había presentado estas elecciones como un referéndum para decidir si Polonia se reafirma como un Estado democrático gobernado por el Estado de Derecho o, por el contrario, continúa su viraje hacia un Estado autoritario. Todo parece indicar que los polacos aprueban el proceso de «Orbanización» del país y que aprueban la renuncia de libertades a cambio de mayor seguridad y bienestar económico. Desde que el PiS llegó al poder, la economía placa ha crecido una medios del 3% cada año, gracias al aumento de exportaciones de maquinaria y equipo agrícolas, junto a un significativo aumento de inversión exterior. El paro ha sido reducido al 4,9%, aunque hay zonas rurales con tasas bastante más altas, y las familias disfrutan de una paga de 100 euros al mes por hijo. Los presupuestos generales no generan déficit, lo que no había ocurrido desde los tiempos comunistas, y los menores de 26 años que cobren menos de 21.300 euros al año no pagan impuestos.
Mientras que las zonas urbanas y occidentales de Polonia están dominadas por las posiciones liberales y pro-europeas de la Plataforma Cívica, en el este del país y en el ámbito rural los ultraconservadores del PiS sigen contando con un sólido respaldo. «El PiS no arrasa en Varsovia o Cracovia, pero sí arrasa en el campo, y las zonas rurales en Polonia, a diferencia de otros países de la Unión europea, siguen estando muy pobladas y movilizan mucho voto», señala Bachmann.