El Levante descuelga a la Real

Hay veces en las que a la Liga le da por regalar partidos como el que ayer acogió el Estadio de Anoeta. De un cartel sin mucho más nombre que el que por méritos propios se ha construido el foráneo devenido en figura que es Odegaard, a una performance fantástica, formidable carta de presentación para un campeonato con tendencia a devaluarse a sí mismo cuando por el medio no se entrecruzan sus buques insignia. El Real Sociedad-Levante fue uno de esos partidos que cada vez que se juegan en la Premier League reciben el aplauso unánime del aficionado medio. Ocasión va, ocasión viene. No faltó ni la lluvia colgada del larguero. Las oportunidades para marcar se contaron por posesiones, entendido el asunto en el mejor sentido, más elogio al atrevimiento de txuri urdines y granotas que una crítica a la inestabilidad de sus cimientos. De un lado, el conjunto de Imanol Alguacil era consciente de que un triunfo le hacía dormir en la cama del liderato con el Barcelona. Para ello dispuso de un Isak de lo más persistente, móvil hasta caer pesado y con precipitaciones en la entrega que pulirá con el tiempo, pero que a fin de cuentas resultó un fastidio para la zaga visitante. Del otro, la tejedora de Campaña y Bardhi, finísimos a la hora de poner al infinito Morales en disposición de pesar en el marcador. Se dio más prisa en hacerse notar el Levante, urgido tras una dolorosa derrota ante el Espanyol en el Ciutat de Valencia, con el rumor del descenso rondándole la oreja. Los de Paco López son un grupo con más fútbol del que se a menudo se les cuelga, todavía colgando el prurito guerrillero que se ganaron durante una etapa que ya ha quedado atrás. Ahora, Mayoral, Morales y Melero se permiten perdonar hasta tres veces la vida al equipo revelación de la Liga en su feudo, donde sólo ha encontrado petróleo el Getafe (1-2). Tomó el testigo la Real, confiada al creer que lo peor ya había pasado, exigiendo a Aitor Fernández. Hasta que Bardhi firmó una vaselina preciosa para rematar una combinación interior demoledora. Cuesta arriba el camino hacia los tres puntos, respondieron con soltura los donostiarras. Isak siguió dejándose ver fuera del área y cuando no propiciaba un pase de la muerte sin resolución, abría la puerta a un disparo desde la frontal. Aitor tuvo que poner la cara para salvar la mejor intentona del punta de origen eritreo, titular ayer después de hacer el gol de la victoria en Balaídos. En la otra portería lo que se encontró la pelota fue el larguero, después de un tiro marca de la casa de Bardhi del que resultó un balón muerto irrechazable para Mayoral, 0-2. Todo o nada El resultado auspició la pitada de una aficición que ya se había olvidado del sabor del fracaso. Alguacil, con todo un tiempo para remediarlo, echó mano de de Willian José y Portu. Retiró al central Le Normand y acomodó a Odegaard en la base de la jugada. Un todo o nada que pintaba a jugada maestra tras anotar el delantero brasileño cuando el público aún andaba finiquitando el bocadillo del descanso. El optimismo siguió vivo después de que el VAR anulara un penalti por manos de Zubeldia que olía a definitivo, y no tomó cuerpo en forma de empate por culpa del palo que se interpuso entre Portu y el festejo. De nada sirvió que la Real siguiese picando piedra. De la lámpara de Odegaard no salió esta vez genio alguno. La amenaza de Morales sobrevoló hasta el último momento a un equipo que terminó partido en dos, viendo alejarse un tren, el del liderato, que no pasa muchas veces.