El icónico mural del Rastro recuperará su color en 2020
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Como en un patio de corrala, con sus persianas verdes enrollables, la familia de Cavestany se sienta alrededor de una mesa para tomar el aperitivo, charlar y contemplar el trasiego de la escena más castiza: el bullicio de los puestos del Rastro apilados en la Ribera de Curtidores un domingo por la mañana. El autor de «Pongamos que hablo de Madrid» se abre paso entre la multitud con un abrigo azul que ya tiene poco de vistoso. La falta de cuidados durante más de 30 años ha desdibujado muchos de los rostros de los célebres «parroquianos» que eran asiduos a La Mandrágora, el local donde Madrid no dormía, que también tiene su pequeño homenaje en el mural de Cavestany.
Hace quince años que el propio Cavestany se ofreció para ser él mismo el que restaurara su obra, pero confiesa que ya no tiene «edad» para «subirse a un andamio». Aquel junio de 1983 el artista madrileño estrenaba los 40 y ahora ya está más cerca de los 80 que de los 70. «Entre tres personas pintamos el mural de 17 metros de altura y 5 de ancho en un menos de mes», relata Cavestany, en declaraciones a ABC. «Ahora, como es obvio, sólo podré supervisar los trabajos desde abajo, pero aún así es una noticia estupenda. Nunca es tarde si la dicha es buena», expresa. A pesar de que se perdió de una forma «extraña» el boceto original, de 2 metros por 1 de ancho, Cavestany ha rescatado fotos de los primeros años del mural para recuperar los colores originales.
El exalcalde Enrique Tierno Galván encargó en 1983 a varios artistas que a través de sus composiciones revitalizaran algunas medianeras de edificios de viviendas públicas del casco antiguo de la capital. Cavestany ideó un homenaje al «Rastro dentro del Rastro». «Quería hacer una alegoría del Rastro, en el que apareciesen personas cercanas a mí», indica el autor, que también incluyó el rótulo verde del local que regentó y que fue visitado con asiduidad por Sabina o Camilo José Cela. «No hay una imagen que represente mejor al Rastro. El mural es, al mismo tiempo, una representación plástica de los intelectuales que revivieron el barrio en la década de 1980. Es la historia gráfica de la vida cultural en Madrid», cuenta a ABC el presidente de la asociación de comerciantes Nuevo Rastro, Manuel González, que ha luchado junto a Cavestany por resucitar el espíritu bohemio del que es el mercado de segunda mano más antiguo de Europa.
El autor intentó «por todas las vías posibles» que le dieran una segunda oportunidad a su obra, pero tanto él como la asociación que preside González siempre se toparon con «excusas». «El equipo de gobierno anterior nos dijo que no estaba en sus presupuestos y nos invitó a que lo intentáramos por la vía de los presupuestos participativos», cuenta con pesar González.
Coste de unos 40.000 euros
Finalmente, será la Junta que preside José Fernández (PP) quien se pondrá manos a la obra. «La decisión de llevar a cabo la restauración del mural se ha tomado a propuesta de la Asociación Nuevo Rastro tras una reunión para la mejora de algunos aspectos del mercado más típico de la ciudad, con 400 años de historia, para que siga siendo el corazón de Madrid todos los domingos», indican a este diario fuentes municipales. La Junta valora ahora la viabilidad del proyecto presentado por Nuevo Rastro para buscar patrocinadores que pudieran estar interesados en sumarse al proyecto de restauración o bien financiarlo directamente a través del presupuesto municipal. El Consistorio estima que la restauración podría costar alrededor de 40.000 euros y se ejecutaría, una vez realizados todos los trámites administrativos, en el segundo semestre de 2020.
La restauración del mural implicará, al mismo tiempo, una metáfora de la recuperación del Rastro en sí misma. Un mercado que quiere recuperar el brío y la identidad de aquellos felices años 80.