Hoy recordamos a... José Luis Saso
El madrileño convirtió al Real Valladolid en el club de su vida, un amor recíproco después de 10 temporadas como portero, siete como entrenador, y dos años como presidente
Cuando se trata de recordar a aquellas personas que a lo largo de los 91 años de Historia han contribuido a hacer grande al Real Valladolid, la figura de José Luis Saso aparece sin duda en esa lista privilegiada de amor recíproco. Los méritos del madrileño son evidentes después de 10 años como portero blanquivioleta, siete temporadas como entrenador, y el desempeño de diversas funciones dentro de la entidad desde ser presidente hasta ejercer de Director Deportivo con gran acierto. Donde se le requería, allí estaba.
“No entendía su vida sin el Real Valladolid. Después de su familia, para mi padre era lo más importante de todo”. Al otro lado del teléfono Luis Saso, hijo del fallecido José Luis, rememora la trayectoria y la pasión de aquel futbolista nacido en Madrid un 29 de diciembre de 1926 y que, además de en Pucela, también desarrolló una dilatada trayectoria, ya en los banquillos, con el Real Mallorca.
“Mi madre murió en 1999 y cinco años antes compraron un apartamento en Santa Ponsa, vivían medio año en Mallorca y medio año en Valladolid” repasa el menor de los ocho hermanos, para quien acompañar a su padre al trabajo “era mi Disneylandia, tenía acceso donde ningún niño lo tenía, para mí era el paraíso, algo extraordinario, y un orgullo tremendo que tu padre fuese el entrenador del Real Valladolid”.
15.000 minutos en Primera
Mucho antes de eso, antes incluso de que Luis naciese, José Luis Saso se mostró como un portero fiable, seguro. Llegó al Real Valladolid en 1948 procedente del Atlético de Madrid, con el que había debutado en Primera División. A la orilla del Pisuerga creció y maduró, echó raíces y convirtió a esta ciudad en su ciudad.
10 temporadas ininterrumpidas vistió la camiseta blanquivioleta. En total, más de 15.000 minutos acumulados en la máxima categoría del fútbol español y 171 encuentros disputados, 159 de los cuales como pucelano. Son cifras de leyenda, pero aún quedaba mucha historia por construir.
José Luis era un hombre que “buscaba, indagaba, investigaba y se lanzaba”. Quizá fue eso lo que le llevó a ser “el número 1 de la promoción de entrenador”, a través de la cual obtuvo el título que le permitió protagonizar lo que hoy, en el fútbol moderno de élite, es impensable.
“Siempre que se trataba de algo de fútbol y del Real Valladolid mi padre estaba dispuesto a todo. Si se había hecho, bien; si no, se intentaba. Le movía el cariño al Club” relata Luis, como argumento para entender que finalizase aquella temporada 57-58 como entrenador, cuando la comenzó como guardameta. Colgó las botas con 31 años, asumió la pizarra y, aunque no pudo evitar el descenso aquel año, sí logró la hazaña de ser campeón de Segunda y ascender el curso siguiente.
Saso, el “bombero”
Comenzó su andadura de entrenador con aquel éxito, que prolongó en la temporada 59-60 al mantener la categoría con el Pucela. No solo eso, además fue desginado para dirigir a la Selección española sub 21 y a España B.
Sin embargo, en la 60-61 tan solo estuvo las siete primeras jornadas como técnico del Real Valladolid, con el equipo en la zona media baja de la tabla. Aquella temporada fue contratado por el Real Mallorca, equipo en el que entrenó durante seis temporadas en tres etapas diferentes. Y un 30 de abril de 1961 se produjo el insólito hecho de ver a José Luis Saso en el Viejo Estadio José Zorrilla enfrentándose al equipo de su vida.
“Era el bombero. Cada vez que había un follón y la cosa andaba así así, estábamos todos pendientes de la radio. Cuanto más complicada estaba la situación, él no dudaba” describe su hijo sobre su trayectoria como entrenador, muchas veces requerido, tanto en Mallorca como en Valladolid, para enderezar el rumbo de los equipos ya empezada la competición.
Hasta el punto de, en el año 1992, retomar la actividad en los banquillos después de quince temporadas alejado del fútbol profesional. Por supuesto, en su Real Valladolid. Recibió la llamada de Marcos Fernández para sustituir a Boronat, con el equipo en Segunda, y él aceptó.
“Se comentó el reto en casa, pero como mi padre siempre estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por el Valladolid, lo hizo -tira de memoria su hijo-. No terminó la temporada, para él fue un poco estresante, le hacía una ilusión tremenda pero le pilló un poco a trasmano, tenía 64 o 65 años y ya era mayor”.
Siempre al servicio del Club
José Luis Saso completó 287 partidos como entrenador (117 en Primera División) repartidos entre Real Valladolid, Real Mallorca, Espanyol, y la Selección. Pero el pucelano de adopción aportó mucho más, aún, a la entidad vallisoletana.
A lo largo de los años ejerció funciones de director deportivo, asesor e incluso durante dos años fue el presidente. Los más veteranos recordarán al que algunos consideran el mejor jugador que ha vestido la blanquivioleta, el Julio César “negro” Benítez. El charrúa -que jugaría durante siete temporadas en el FC Barcelona- fue uno de los seis jugadores que trajo Saso de su viaje a Argentina y Uruguay, una anécdota que indica el carácter y la visión que tenía en todas las facetas.
“Fue el primer entrenador en España que utilizó un preparador físico” recupera su hijo Luis, acerca de su padre, fallecido en 2006. “Le gustaba el fútbol de toque, siempre buscaba un jugador de medio campo que moviese la pelota para que los equipos funcionasen de una manera armónica. También decía que era importante que los porteros saliesen” esboza, sobre las líneas maestras del José Luis Saso entrenador.
Fue Luis quien, hasta un año y medio antes de fallecer, acompañó a su progenitor al actual Estadio José Zorrilla. A pesar de los años no se perdía los partidos de su Pucela. Eso sí, a su manera. “Le encantaba, aunque con la edad no daba explicaciones, si se aburría se iba” repasa con cariño. Una licencia que bien se pudo permitir aquel que tanto ha hecho por el Real Valladolid.
* Fotografía: José Luis Saso, de traje, junto al futbolista Zaldúa