Explicaciones
Los periodistas, algunos de ellos al menos, se quejan de la información que ha dado el gobierno sobre el episodio de Culiacán de hace dos semanas. Es un poco injusto. Se pedía una explicación, y el gobierno ha dado hasta seis o siete distintas, con detalles para todos los gustos. El problema no es que no se parezcan entre sí, sino que se parecen demasiado a todas las explicaciones de todos los gobiernos —y así no tiene chiste. Nuestra prensa necesita adjetivos, insinuaciones calumniosas, especulaciones aventuradas, secretos, conspiraciones indemostrables.
Personalmente, me gusta por eso la explicación que ha ofrecido el señor Rafael Barajas: cumple con todos los requisitos de la prensa opositora de siempre, es calumniosa, gratuita y equívoca, y permite alimentar cualquier fantasía. Además, el señor Barajas es vocero autorizado del gobierno, mucho más en realidad: es el director del Instituto de Formación Política de Morena, donde impulsa “de veras, un trabajo crítico de análisis”, para que la población “pueda manejar categorías de análisis” y “sepa qué está ocurriendo”. O sea, que lo suyo no son solo datos, sino la interpretación correcta, apoyo para la “adquisición de conciencia”, porque en eso consiste su trabajo.
La explicación se publicó como inserción gráfica en La Jornada, en el espacio que usa Barajas regularmente para exponer los resultados de su trabajo crítico de análisis. En el primer recuadro, el texto dice: “El presidente no fue informado del operativo para detener a Ovidio en Culiacán”; es lo primero que hay que dejar claro, y sirve para cualquier otro caso, ni supo ni es responsable de nada. En el dibujo, la imagen convencional de un “narco”, sombrero y arma larga, que dice: “¿Quién dio la orden? ¿Durazo? ¿Washington? ¿José José?” (eso es lo que queda del humor en los dibujos del señor Barajas: la orden la dio José José, ¡qué risa!). El siguiente recuadro: “Todavía no está claro qué papel jugó la DEA en ese episodio”, y en el dibujo un agente de la DEA que dice: “¿la que se entrevistó con el góber de Sinaloa hace un mes?”. Y con eso basta para crear un ambiente de conspiración irresistible (si hubiese sido hace un año, hubiera sido peor, y si no hubiese habido reunión, sería todavía más sospechoso).
A continuación, el texto clave: “En diversas ocasiones, analistas y testigos han hablado de los vínculos del Cártel de Sinaloa con cierto ex-presidente”; para que nadie se pierda por la sutileza de la insinuación, el dibujo es una caricatura de Felipe Calderón. El señor Barajas hace sus acusaciones con mucho respeto: en realidad no dice nada, solo que cierto ex presidente, que en diversas ocasiones, no sabemos cuáles ni cuándo, analistas y testigos, que no sabemos ni quiénes ni por qué, han hablado de vínculos... No se puede decir más diciendo menos. Pero tampoco hace falta otra cosa. La última viñeta es contundente: “Conclusión: sí hay elementos para pensar que lo de Culiacán pudo ser un intento serio por desestabilizar al gobierno”. ¡Pues claro que sí! Ahí están los datos, las categorías de análisis, la luz de la conciencia crítica, el verdadero periodismo.