La Archidiócesis de Santiago registra pérdidas superiores a los dos millones de euros
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El presupuesto disponible, que este ejercicio es de 23,8 millones de euros (2.600.000 más que en 2018), estima ingresos por valor de 7 millones de euros en concepto de donaciones de los fieles y de 6,2 millones por aportaciones del IRPF. Los gastos ordinarios, por contra, se dedicarán en su mayor parte a actividades asistenciales y pastorales (6,9 millones) y retribuciones al clero y al personal seglar (6,8). Otros 5,8 millones adicionales se destinarán a conservación de bienes inmuebles y edificios y gastos de funcionamientos. Además, deberán emplearse también un total de 3,8 millones en programas de rehabilitación. Todo ello, hace que la necesidad de financiación sea de 2,7 millones de euros, según manifestó hoy el ecónomo del arzobispado, Fernando Barros.
Poniendo estas cifras en contexto con las del año pasado, Barros recordó que las áreas que más incremento de gasto registraron fueron los capítulos dedicados a
actividades asistenciales
(26%), preservación de edificios (15%) y retribución del clero (6%). Además, las donaciones de fieles cayeron en un 5,26%, algo que el ecónomo achacó a la crisis, por un lado, y a «la edad cada vez mas elevada de los practicantes, ya que sus recursos van menguando y esto, por consiguiente, afecta a las donaciones que puede recibir la Iglesia».
Dentro de los gastos pastorales y asistenciales, la Iglesia compostelana cuenta con 456 sacerdotes, 1.070 parroquias, 3.200 catequistas y cuatro diáconos. Los bautizos suponen la primera actividad celebrativa (6.300), muy seguido de primeras comuniones (6.000), y, ya a bastante distancia, confirmaciones (3.600) y matrimonios (1.300). En lo relativo a la actividad asistencial, la Diócesis atiende un total 381 centros sociales que en estos momentos acogen una cantidad aproximada de 160.000 personas. A su vez, la oferta educativa se compone de 242 centros católicos que dan educación a un total de 24.000 alumnos.
El ecónomo arzobispal no quiso dejar pasar la ocasión para recordar que no solo las administraciones públicas aportan recursos a la Iglesia, sino que se trata de algo recíproco y bidireccional. «Hay ampliaciones de caminos, de carreteras, por poner un ejemplo, que proceden de cesiones de fincas y terrenos que la Iglesia cede. Lo mismo ocurre con polideportivos en parroquias, villas y otros lugares o casas rectorales para que los vecinos puedan celebrar reuniones. Esa también es una labor social de la Iglesia que muchas veces se desconoce, pero que es también muy importante», señaló Barros.