Suecia descubre cerca de Estocolmo los gemelos del Vasa, el «Titanic sueco»
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«Llevaba años queriendo bucear en ese lugar –añade–. El paso de Vaxholm es un punto que hemos visto aparecer repetidamente en nuestras investigaciones en los archivos de Suecia», responde Hansson, de la Universidad de Södertörn, a ABC. En concreto, recuerda unas cartas de 1650 en las que se comentaba que los suecos hundieron premeditadamente tres grandes barcos en esa zona, unos barcos muy especiales porque fueron los sucesores del Vasa, encargados por el mismo Monarca, Gustavo Adolfo II, de la dinastía Vasa; construidos por el mismo armador en el mismo astillero que el celebérrimo y malhadado buque que se hundió en su primera singladura en 1628 y que, una vez recuperado en los años sesenta, se ha convertido en el centro del museo más visitado de Escandinavia. ¿Serían aquellos restos entrevistos entre las sombras los pecios de los «hermanos» del Vasa?
Los hundieron como medida de protección, al igual que en 1741 Blas de Lezo hundió varias naves en el canal de Bocachica cuando la flota inglesa atacó Cartagena de Indias. ¿Por qué lo hicieron los suecos en ese estrecho? Hay que entender que el conjunto de canales que rodea Vaxholm es el único punto por el que los buques de
grandes dimensiones
pueden entrar a Estocolmo. Por eso mismo el rey Gustav Vasa había ordenado construir una fortaleza en 1548 fuertemente artillada, que dominaba el paso. Y en medio del canal más transitable, un castillo, el de Fredricksborg. Frente a él, todavía pasan hoy día los grandes buques hacia la capital sueca, como en los siglos XVI, XVII, XVIII... Las naves pequeñas tienen otros pasos, como Baggensstäket, pero las armadas grandes –también las enemigas– necesitaban pasar por Vaxholm.
Y el enemigo lo sabía. El primer gran ataque fue holandés, en 1612. Y hubo bastantes más, hasta el ruso de 1719. Volviendo al día en el que Jim Hansson sintió el vello erizarse bajo el neopreno, el arqueólogo relata a ABC cómo fue la exploración. «Miré hacia arriba y me di cuenta de lo enorme que era, me parecía irreal. Empecé a avanzar lentamente hacia la parte superior y luego descendí por el interior del casco. Allí estaban partes de los baos, cuadernas, los aparejos». Ahí no acabó la cosa, porque después de explorar el primero de los naufragios la sorpresa se hizo mayúscula al reconocer un segundo pecio alineado con el anterior.
Esperaban verlo destruido
Los buceadores no esperaban encontrar tan fácilmente los dos barcos que aparecieron frente a sus linternas en la misma inmersión. Sobre todo porque la zona ha sido luego objeto de dragas, y encofrados de piedras, verdaderos diques que estrechaban el paso y aseguraban el control del estrecho e impedían el paso de grandes armadas. Hansson relata que, 50 metros por encima de donde están los pecios, todavía se deslizan los ferrys que van a Estocolmo. Así que los arqueólogos esperaban encontrar solo restos desperdigados, pecios destrozados por el tiempo y las obras portuarias. Pero allí estaban los dos pecios inmensos, casi intacto el primero. ¿Qué barcos eran?
En concreto, los citados documentos de 1650 hablan del hundimiento de tres buques: el Applet (botado en 1629), el Kronan (construido en 1632) y el Scepter (de 1634). Los tres eran un encargo realizado junto al Vasa para renovar la flota sueca en aquellos tiempos de guerra. Y los tres habían servido a la Armada real durante décadas cuando fueron hundidos en un tiempo en el que las naves de Dinamarca y Holanda eran los principales peligros para Estocolmo.
La primera conclusión, a falta de nuevas investigaciones, es que han hallado dos de ellos. Hay una zona con piedras a la popa del buque, donde se ven restos mezclados con materiales de construcción. ¿Podría estar allí el tercero de ellos? Habrá que analizar en el laboratorio las muestras de madera que los especialistas han tomado. Gracias a la dendrocronología sabrán de qué bosque salieron los maderos con los que se construyeron esos buques, el año exacto de la tala y otros detalles que ayudarán a dar con el nombre de los barcos.
«Nada más acabar la inmersión teníamos la impresión de que eran esos barcos. Eran tan grandes y, casualmente, de la misma eslora que el Vasa. Comparten muchos detalles de construcción». Solo la popa del segundo estaba cubierta con piedras que debieron caerse durante la construcción de un dique, apunta Hansson. «Hay muchos estrechos que necesitaban defensas, por eso se construían diques de relleno con piedras», para controlar el tráfico.
Suecia es el referente mundial en arqueología subacuática, lo sabemos por los naufragios ya documentados, como el Mars, que fue el primer gigante del Báltico, y ha sido excavado durante varias campañas desde su hallazgo en 2011, con resultados espectaculares.
El trabajo es tan bueno que ahora han planeado un nuevo museo que abrirá sus puertas en 2020: el Wrak Museum, en unas dependencias junto al Museo Vasa. Hansson nos cuenta que será muy tecnológico, en él se hablará del relato histórico y científico que los arqueólogos suecos han logrado rescatar junto a objetos enterrados en los pecios de Edad Moderna. ¿Creen los lectores que España debería hacer algo parecido con sus galeones? Mejor no esperen mucho.
Algunos elementos del pecio mayor encontrado - Jim Hansson/Vrak Museum
El museo que España envidiaría
Quedan muy pocos meses para la apertura del Vrak Museum o museo de los pecios, que estará a pocos metros del Museo Vasa. Allí no habrá barcos, sino historia que el mar ha guardado en los naufragios. Utensilios, instrumentos, herramientas, armas y ropajes de todas las clases sociales del floreciente Reino de Suecia han sido extraídos durante las últimas décadas. Los arqueólogos han construido con ellos el relato histórico más completo y humano de su pasado. Pensar que España pudiera hacer lo mismo con sus galeones da sana envidia, aunque es difícil pensar que este empeño sea prioritario para el Gobierno.