Ni siquiera Neymar se quiso perder la puesta de largo de Rafael Nadal en esta nueva Copa Davis, que mantiene la calidad y el ambiente de fiesta en las gradas y que también conserva las buenas constumbres para el balear. Solo perdió un partido, en su estreno en la competición, hace ya quince años. Los demás los ha convertido en victoria, para alegría del personal que ayer también mantenía las gargantas encendidas a pesar de las horas. La Davis cumple con Nadal, Nadal cumple con la Davis ante Karen Khachanov y España logra el empate con Rusia.
Se había quedado sin fuerzas la Caja Mágica, llena con el estreno de la anfitriona, tras la derrota de Roberto Bautista. El castellonense se dejó todo, pero no fue suficiente para los arreones de juventud y fuerza que expuso Andrei Rublev, alimentado su ego porque el español no convertía las amenazas y él sacudía sin miramientos. Venció a la paciencia y la mayor tranquilidad, impertérrito Bautista en el primer set, perfecto en su manejo de la técnica, superior en los intercambios largos. Pero se desdibujó en esas ocasiones desaprovechadas, atascada su mente en los errores que dieron alas a su rival. En cuanto olió la sangre, Rublev atacó con saña. Palo va, palo viene, sin remordimientos ni concesiones.
Bautista pagó caro el esfuerzo de levantar tantas opciones de rotura como de no confirmar su superioridad. El miedo atenazó su mano cuando debía sacar su valía y agrandó al ruso, 22 años de puro músculo. La batalla, con momentos de relumbrón y también errores de bulto, se alargó más allá de las dos horas y media y completó los tres sets. Pero en el equilibrio que impera la falta de fuerzas, a Rublev le pesó menos la presión, la de caer de nuevo en una ronda de Copa Davis, la de ver su prestigio y su mejor ranking y palmarés derrotado ante un público que no dejó de animarlo. «Eso me ha faltado: confirmar los breaks. Se me escapó esa opción clara de 2-0 en el tercer set y cuando das un poco de aire al rival luego es más difícil volver. Él estaba muy cansadto también, pero se lo ha jugado todo y le ha salido bien. He tenido demasiadas oportunidades de confirmar el partido y el deporte a veces es caprichoso», admitió Bautista, agotados su espíritu, su mentalidad y su físico.
Pero apareció Nadal para reverdecer las esperanzas, siempre el héroe que admira el público por su entrega y su pasión. Ya lo había demostrado como capitán sin título en el banquillo, con arengas a Bautista y explicaciones que incluso el capitán de verdad, Sergi Bruguera, escuchaba con atención. Pero en la pista, pocos con tanta entrega como la suya. Firme en el primer set ante un Karen Khachanov que tiene todo para ser lo que quiera: potente, contestatario, testarudo y peligroso. Solo que Nadal supo alzar el vuelo con facilidad en la primera manga; fiesta en la grada con la charanga a todo volumen de decibelios y ánimos.
Khachanov animó al personal con sus peligrosos tiros al fondo. Se aplicó para entender y adaptarse a la diferencia de alturas que le propuso al balear y lo obligó a una de estas gestas que gustan al personal: una pelea a todo durante los doce primeros juegos y ese puntito de ambición y fortaleza mental con el que consigue siempre ese plus sobre todos los demás. Pasaban ya las 23.30, pero no se movía un alma, convertido el tenis en un mundial cargado de adrenalina, convertidos ambos jugadores en titanes del ajedrez. El jaque mate fue obra de Nadal, puños al cielo después de dos horas y 12 minutos cuando la derecha del ruso se marchó fuera. El ojo de halcón hizo su aparición para confirmar la victoria. Y la Caja Mágica se rindió ante su héroe: «Rafa, Rafa, Rafa, Rafa, Rafa». El héroe de la Davis. El héroe de España.