Sombra y memoria de la posguerra
Cuando el verbo de Max Aub, Rodolfo Fogwill o José Mª Aroca se fragmenta con la misma cadencia enfangada que los recuerdos colectivos de la Guerra Civil, el dolor corre el riesgo de adquirir dimensión de presente. Por la existencia de los dos miedos de un represaliado republicano: «El miedo a algo, y el miedo al miedo, ése que siempre llevas y que nunca vas a poder sacarte desde el momento en que empezó», el dolor áspero de una viuda; «yo no quiero guerras, ninguna clase de guerras. Ni ganar ni perder, sino vivir. A veces una piensa que lo que sucede es que los hombres han olvidado eso: vivir. Vivir como sea, pero vivir» y el grito de dignidad que una condenada profiere en los minutos previos a su fusilamiento; «sentí una ráfaga de aire frío y solo se me ocurrió pensar que había dejado el abrigo en la celda y que en aquel camión descubierto el viaje iba a ser muy desagradable. Estuve a punto de pedirle al soldado si podía ir a por el abrigo, pero me di cuenta de lo ridículo que habría sido», transitan los personajes de «Longa noite», el retrato intimista y perceptiblemente estético del cineasta Eloy Enciso.
Valiéndose de la poética de diferentes autores, tanto de aquellos que se vieron obligados a escribir desde el exilio como los que se enfrentaron a las consecuencias de hacerlo desde el interior del país y de los encuadres prodigiosos de Mauro Herce -director de fotografía que ya mostró su habilidad plástica con “O que arde”-, el director gallego propone un viaje por las heridas de la noche de la posguerra encabezado por la figura de Anxo, un joven que regresa a su pueblo natal en el Norte y cuyos encuentros paulatinos con las víctimas ya no solo del conflicto, sino de una dictadura que se prolongó cuarenta años, van construyendo un relato cargado de sombras y memoria.
Siete años de mimado tratamiento y estudio literario de nuestra historia le ha costado a Enciso culminar esta cinta que asegura actúa como «espejo de lo que somos hoy en día», porque «si pensamos por ejemplo en la igualdad de género nos damos cuenta de que tenemos que revisitar la historia para escribirla con una perspectiva de presente. A la hora de estudiarnos hemos tendido a centrarnos en una sola facción de la sociedad, en este caso la masculina. Y con las cuestiones puramente históricas como la Guerra Civil pasa lo mismo», comenta.
El autor de «Arrianos» relaciona el término histórico con el de justo, ya que considera que se trata de elementos indisociables, propone una llamada a la reflexión por parte de los sectores más jóvenes de la sociedad en lo que a cuestiones de memoria histórica se refiere y admite sentir orgullo de que cinematográficamente hablando este año se haya podido señalar el pasado con tanta libertad (pensemos en la actualidad de películas que profundizan en las heridas del conflicto como “La trinchera infinita” o “Mientras dure la guerra”): «Mi generación creció con esta idea tan característica de la Transición que afirmaba que para avanzar no estaba permitido mirar a atrás. Y creo que se está demostrando que eso sirvió en aquel momento pero es erróneo aplicarlo ahora. Si no conoces bien lo que has sido, difícilmente vas a poder mejorar algunas cosas de lo que eres». Eso hace «Longa noite», empujarnos a la atmósfera sorda de un miedo que una vez se sintió cercano, para no tener la necesidad de volver a experimentarlo.