Las musas huérfanas
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Las musas huérfanas es mucho más que una obra sobre el dolor enraizado en el corazón de cuatro hermanos por el abandono materno, es la ocasión de presenciar una buena actuación sin desniveles en el elenco y de apreciar la plenitud de la palabra dicha, de escuchar parlamentos completos y contundentes, sin finales desvanecidos, frases a medias o líneas arrastradas. Esta vez el espectador, sin necesidad de remendar frases en su mente, se internará tersamente en el declive de tres mujeres y un varón, estancados en su espiral de vida.
Es la oportunidad para ver el desempeño actoral y vocal de tres actrices y un actor que se adueñan a plenitud de sus personajes, de la individual historia de cada uno, sujeta a ese complejo nudo de lazos familiares que los ata irremediablemente.
Carmen Mastache, Tania González, Indira Pensado y Llever Aíza, conforman la compañía Los cuatro gatos que tiene en ellos, además de brillantes exponentes de la escena, maestros de voz, de la cabalidad de las palabras, de su peso y significado, de su vuelo y su desplome.
Desde 1999, en que Boris Schoemann estrenó una obra de Michel Marc Bouchard (Quebec, Canadá, 1958), traduce y dirige distintos textos de este autor que se introduce en el alma de sus personajes, en el dolor añejo de cada uno, en el rencor, que en este caso acumula el abandono.
Un comedor maltratado es el único mobiliario de una casa de pueblo, hasta donde el viento y la arena se cuelan, como si estuviera desde siempre rodeada de desierto.
La hermana menor, de la autoría de Mastache, colecciona palabras desconocidas que resplandecen al ser pronunciadas. La actriz, con esa mirada que ha logrado vaciar para ser llenada cuando le es revelado el significado a su personaje, teje minuciosa y exquisitamente, la red en la que caerán los hermanos de esa inocente pero avezada Isabel, que convoca a la eclosión de una familia desgajada.
Tania González, Indira Pensado y Llever Aíza, hacen desplegar a sus personajes ese desprecio soterrado que sienten por su hermana menor, al tiempo en que estructuran su propia defensa engarzada en tristeza, en la certidumbre de su poca valía, y en un rencor que se desparrama dentro de la casa que les recuerda su procedencia, así como el insoportable y permanente rechazo que viven sin pausa.
La especialización, que desde la traducción de los textos del dramaturgo ha adquirido Shoemann, aunada a su madurez como director de escena y a la experiencia de los integrantes del elenco, hace que este montaje sea un suceso escénico memorable para el espectador, que verá a tres mujeres y un hombre, en una lucha sin tregua por su propia supervivencia, desde una familia desecha.
Sin oportunidad de respiro o descanso, fuera de algunos minutos en que actrices y actor, sin salir de escena, se sientan brevemente de espaldas al espectador, los integrantes de este equipo artístico hacen entrar a sus personajes en una espiral que toma velocidad cuando el hermano de esta familia sin madre lee fragmentos de un libro revelador que escribe desde hace años.
Como si se soltaran los demonios internos de cada uno, que de repente rozan el cráter de la risa, detonado por ese conocimiento del otro, que solo es posible adquirir entre hermanos, los huérfanos de esta obra se reúnen un Sábado de Gloria, después de años para asistir a un velorio, que más bien se torna el suyo.
Vestidos de negro y blanco, descalzos y férreamente unidos por sus carencias, las tres mujeres y el único hombre, asido al vestido con volantes de su madre, descubren, gracias a la hermana, considerada la menos apta para la vida, lo que ninguno de ellos ha podido llegar a ser.
Shoemann, director de La divina ilusión, Tom en la granja, El camino de los pasos peligrosos, Los endebles y Las musas huérfanas, todas obras de Bouchard, se interna, de la mano de este dramaturgo, a ese fango en que se convierte la existencia, en la intensa búsqueda de una luz que devuelva algo de esperanza, por mínimo que éste fragmento sea.
Las musas huérfanas, se presenta dos jueves más a las 20:00 horas en La Capilla. Madrid 13, Coyoacán.
RP