Los protagonistas indiscutibles del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, los que reparten la suerte, son los dos bombos el de los premios y el de los números, junto a los niños del Colegio de San Ildefonso, encargados de hacerlos girar y de cantarlos. Acaparan todas las miradas, los deseos y las ilusiones de millones de personas.
El pasado día 12 llegaron al Teatro Real, lugar donde se viene celebrando en los últimos años este acontecimiento que supone el pistoletazo de salida a las fiestas navideñas. Hay dos de reserva, por si surge algún problema, si bien nunca se han tenido que utilizar.
Tras las revisiones técnicas de rigor, el ajuste de los mecanismos y la comprobación del funcionamiento de los motores que los hacen girar se precintaron.
Los bombos se encuentran a unos 16 metros por debajo del nivel del escenario y ahí permanecerán hasta el día 21 en el que los volverán a subir para realizar el ensayo final. Entonces se recontarán públicamente y será el ensayo general con los niños de San Ildefonso, previo al sorteo. Tras concluir, el salón se cerrará y se asegurará con cerrojos interiores todos sus accesos. La llaves quedan a disposición de tres claveros diferentes.
Como es sabido hay dos bombos: el grande, mide casi tres metros de alto (2,80) y pesa unos 800 kilos. Es el que contiene las bolas de los números que desde 2007 alcanzan las 100.000. Por ello, se tuvo que hacer nuevo para dar cabida a todas ellas. El menor contiene las 1.807 bolas de premios, mide 70 centímetros y pesa unos 400 kilos. Son dorados y están hechos de una aleación de cobre, estaño y plomo.
La Lotería de Navidad, desde 1814, viene utilizando los bombos y las bolas, lo que se conoce como sistema tradicional. Con todo, el primer sorteo tuvo lugar en 1812 con el nombre de Lotería Moderna. No obstante, no fue hasta 1892 cuando se empezó a denominar con el nombre actual.
Junto a los bombos, también tienen un papel esencial las bolas que se trasladaron el mismo día. Son de madera de boj procedente de Galicia, pesan 3 gramos cada y una y miden 18 milímetros. Los números están grabados con láser ya que, si llevaran pintura, esta podría alterar su peso. Y, otra curiosidad, el suelo del salón es de moqueta, con el fin de que, en caso de que caiga una bola al suelo, esta no ruede
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El pasado día 12 llegaron al Teatro Real, lugar donde se viene celebrando en los últimos años este acontecimiento que supone el pistoletazo de salida a las fiestas navideñas. Hay dos de reserva, por si surge algún problema, si bien nunca se han tenido que utilizar.
Tras las revisiones técnicas de rigor, el ajuste de los mecanismos y la comprobación del funcionamiento de los motores que los hacen girar se precintaron.
Los bombos se encuentran a unos 16 metros por debajo del nivel del escenario y ahí permanecerán hasta el día 21 en el que los volverán a subir para realizar el ensayo final. Entonces se recontarán públicamente y será el ensayo general con los niños de San Ildefonso, previo al sorteo. Tras concluir, el salón se cerrará y se asegurará con cerrojos interiores todos sus accesos. La llaves quedan a disposición de tres claveros diferentes.
Como es sabido hay dos bombos: el grande, mide casi tres metros de alto (2,80) y pesa unos 800 kilos. Es el que contiene las bolas de los números que desde 2007 alcanzan las 100.000. Por ello, se tuvo que hacer nuevo para dar cabida a todas ellas. El menor contiene las 1.807 bolas de premios, mide 70 centímetros y pesa unos 400 kilos. Son dorados y están hechos de una aleación de cobre, estaño y plomo.
La Lotería de Navidad, desde 1814, viene utilizando los bombos y las bolas, lo que se conoce como sistema tradicional. Con todo, el primer sorteo tuvo lugar en 1812 con el nombre de Lotería Moderna. No obstante, no fue hasta 1892 cuando se empezó a denominar con el nombre actual.
Junto a los bombos, también tienen un papel esencial las bolas que se trasladaron el mismo día. Son de madera de boj procedente de Galicia, pesan 3 gramos cada y una y miden 18 milímetros. Los números están grabados con láser ya que, si llevaran pintura, esta podría alterar su peso. Y, otra curiosidad, el suelo del salón es de moqueta, con el fin de que, en caso de que caiga una bola al suelo, esta no ruede