Los barones del Partido Popular cerraron filas ayer con el presidente de su formación política, Pablo Casado, en la ronda de llamadas telefónicas que llevó a cabo Pedro Sánchez, para informarles de la situación de bloqueo político y la negociación de investidura. Los presidentes autonómicos del PP respaldaron la posición que Casado expuso a Sánchez el lunes en el Congreso, sin mostrar ninguna grieta.
En cuanto se supo la intención de Sánchez de llamar a todos los presidentes autonómicos, para camuflar su contacto con Torra, el PP sospechó inmediatamente que el candidato socialista intentaría dividir a los populares y abrir una grieta en el rotundo «no» de Casado a la investidura.
El presidente del PP dio instrucciones al secretario general del partido, Teodoro García Egea, para que se pusiera en contactos con los jefes autonómicos de Galicia, Castilla y León, Madrid, Andalucía y Murcia y coordinara la respuesta de todos.
En los últimos tiempos, el debate sobre la posición del PP ha estado abierta dentro del partido, y se han escuchado opiniones para todos los gustos, desde el apoyo a una gran coalición sin Sánchez, a un Gobierno de concentración con Sánchez incluido, pero también ha habido quien ha pedido que se permita la investidura para que el Ejecutivo no dependa de los independentistas.
Casado zanjó el debate en una reunión con sus diputados y senadores, y el lunes en la reunión con Sánchez, cuando constató que este no tiene ninguna intención de romper con Podemos. Casado dejó claro que el PP no puede abstenerse ante un Gobierno «con Pablo Iglesias en la Vicepresidencia».
Sánchez pudo comprobar ayer, en todas las llamadas a los presidentes regionales del PP, que están en la misma línea que Casado. «Los barones han cerrado filas con Génova y el presidente nacional», destacaron los populares.
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, lamentó que el propósito de Sánchez sea lograr la investidura con «la izquierda radical y los independentistas» como socios y que no contemple la opción de estudiar la posibilidad de conformar un «Gobierno de moderación».
También el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, criticó que Sánchez se mantenga en la «radicalidad» con Podemos y los independentistas, en lugar de tomar «el camino adecuado».
En la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso transmitió al candidato socialista que sus socios no le darán «estabilidad» y le pidió que las carteras de Educación y Hacienda no la ocupen «comunistas».
El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, exigió a Sánchez que «cualquier acuerdo de investidura debe respetar el actual modelo constitucional y territorial».
En la Región de Murcia, Fernando López Miras trasladó al candidato del PSOE su preocupación por el acuerdo planteado con Podemos, al que definió como un partido «comunista y populista» y porque esa coalición dependerá «de quienes quieren romper España».
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Los barones del Partido Popular cerraron filas ayer con el presidente de su formación política, Pablo Casado, en la ronda de llamadas telefónicas que llevó a cabo Pedro Sánchez, para informarles de la situación de bloqueo político y la negociación de investidura. Los presidentes autonómicos del PP respaldaron la posición que Casado expuso a Sánchez el lunes en el Congreso, sin mostrar ninguna grieta.
En cuanto se supo la intención de Sánchez de llamar a todos los presidentes autonómicos, para camuflar su contacto con Torra, el PP sospechó inmediatamente que el candidato socialista intentaría dividir a los populares y abrir una grieta en el rotundo «no» de Casado a la investidura.
El presidente del PP dio instrucciones al secretario general del partido, Teodoro García Egea, para que se pusiera en contactos con los jefes autonómicos de Galicia, Castilla y León, Madrid, Andalucía y Murcia y coordinara la respuesta de todos.
En los últimos tiempos, el debate sobre la posición del PP ha estado abierta dentro del partido, y se han escuchado opiniones para todos los gustos, desde el apoyo a una gran coalición sin Sánchez, a un Gobierno de concentración con Sánchez incluido, pero también ha habido quien ha pedido que se permita la investidura para que el Ejecutivo no dependa de los independentistas.
Casado zanjó el debate en una reunión con sus diputados y senadores, y el lunes en la reunión con Sánchez, cuando constató que este no tiene ninguna intención de romper con Podemos. Casado dejó claro que el PP no puede abstenerse ante un Gobierno «con Pablo Iglesias en la Vicepresidencia».
Sánchez pudo comprobar ayer, en todas las llamadas a los presidentes regionales del PP, que están en la misma línea que Casado. «Los barones han cerrado filas con Génova y el presidente nacional», destacaron los populares.
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, lamentó que el propósito de Sánchez sea lograr la investidura con «la izquierda radical y los independentistas» como socios y que no contemple la opción de estudiar la posibilidad de conformar un «Gobierno de moderación».
También el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, criticó que Sánchez se mantenga en la «radicalidad» con Podemos y los independentistas, en lugar de tomar «el camino adecuado».
En la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso transmitió al candidato socialista que sus socios no le darán «estabilidad» y le pidió que las carteras de Educación y Hacienda no la ocupen «comunistas».
El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, exigió a Sánchez que «cualquier acuerdo de investidura debe respetar el actual modelo constitucional y territorial».
En la Región de Murcia, Fernando López Miras trasladó al candidato del PSOE su preocupación por el acuerdo planteado con Podemos, al que definió como un partido «comunista y populista» y porque esa coalición dependerá «de quienes quieren romper España».