La crisis de Boeing escala a problema global para la economía de EE UU
En lo más crudo de la brutal crisis que asoló la economía mundial años atrás, el ciudadano de a pie comenzó a familiarizarse con conceptos por los que antes no había mostrado interés alguno como hipoteca basura, prima de riesgo o sistémico. Este último, aplicado a la banca, designa a aquellas entidades cuya caída puede provocar un efecto dominó en el sector y, por extensión, de toda la economía. Boeing es el primer fabricante de aviones del mundo y la más poderosa de la industria americana. Tan alargada es su sombra que los analistas consideran que su reciente decisión de paralizar la producción de su modelo 737 MAX podría no sólo lastrar a la economía americana sino incluso empeorar la balanza comercial del país dado que se trata de la compañía manufacturera americana que más exporta.
La crisis que se le abrió a Boeing en marzo cuando las autoridades aéreas mundiales paralizaron los vuelos del 737 MAX tras los accidentes de Indonesia y Etiopía que le costaron la vida a 346 personas ya han pasado factura a la economía americana. Hasta octubre, la producción de su sector aeroespacial ha caído un 17% comparada con el mismo periodo del año anterior en gran medida por los recortes de producción previos del 737 MAX aprobados por Boeing en abril, como ha apuntado a Ap Richard Aboulafia, analista de la industria aeronáutica de Teal Group. Las cifras del fabricante con sede en Chicago son colosales y de ahí su impacto en toda la cadena industrial. Con 137.000 empleados en Estados Unidos, la compañía pagó 45.000 millones de dólares en 2016 a 13.600 proveedores distribuidos por todo el país y que, a su vez, generaron 1,3 millones de empleos.
Aunque la paralización de la producción del 737 MAX está encaminada a minimizar los costes que para Boeing está teniendo la crisis de este modelo -y que ya ascienden a unos 9.000 millones de dólares-, son los proveedores los que evitarán que la hemorragia cese por completo. Como explica Aboulafia, la compañía no ha explicado los planes que tiene para estas compañías una vez ha tomado la decisión de parar la producción de estos aviones. Lo previsible, explica, es que la idea de Boeing sea mantener a estos proveedores trabajando a baja intensidad para que recuperen su nivel habitual una vez se reanude la producción del avión. Los analistas de JPMorgan estiman que el fabricante está ahora mismo “quemando” unos 2.000 millones de dólares mensuales a pesar de que había rebajado el ritmo de producción del 737 MAX una quinta parte. Con la congelación del programa, la cantidad se reducirá hasta el entorno de los 1.000 millones, según esta entidad, dinero que, además de a los proveedores, tendrán que destinar a gastos como el pago de la plantilla de la fábrica de Boeing de Renton, donde se ensambla el 737 MAX. La empresa ha anunciado que, de momento, no despedirá a ninguno de los 12.000 operarios de la planta. Los analistas de Jeffreis rebajan la cantidad que le seguirá costando el 737 MAX a Boeing a los 730 millones de dólares.